lunes, 6 de julio de 2020

XXIV Maratón Alpino Madrileño. De la necesidad virtud.

2020 será un año gris, oscuro, maldito incluso para muchos, por distintas y diversas circunstancias.
Contra la adversidad solo queda resistir. Resistir y perdurar. Por nosotros y por quienes nos han abandonado.
Así que, en un año tan particular. En una situación tan particular. Toca reinventarse y hacer de la necesidad una virtud. 
Y el Maratón Alpino Madrileño dió un paso en esa dirección. La opción de ofrecer a todos aquellos que lo desearan,  la oportunidad de realizar el recorrido en modalidad "Open", fue una novedad en el mundillo y una decisión original. Una acertada manera de sobrevvivir.
Así que, con la baja forma obligada por el confinamiento, más algunos problemillas de salud, la idea inicial era la de afrontarlo en los meses de septiembre u octubre. Pero poco a poco se fue abriendo en mi cabeza la idea de abordarlo antes de las vacaciones de verano. La época estival es sinónimo de calor y relajación. Handicap ambos para mi posible estado de forma. Tener que comenzar en septiembre con la presión del reto y la incertidumbre de como evolucionará la situación social y laboral en el contexto actual me animaron a intentarlo.
Así que, con dos domingos específicos de 30 y 24 km por la zona de la carrera terminé de convercerme y motivarme para afrontar este MAM 2020.
Finalmente conté con la colaboración y compañía de dos buenos amigos. Ellos darían el "certificado de seguridad" necesario a mi familia.
Finalmente este pasado domingo, tercer domingo del ciclo, arrancamos el reto del MAM 2020 junto al Polideportivo de Cercedilla poco antes de las 12 de la noche. Si era esta una edición distinta, también quería que lo fueran los paisajes y la forma de afrontarlo. Era una oportunidad única y quien sabe si irrepetible de cambiar las luces del reflejo en el granito por las sombras de las rocas y las ramas de los árboles. La luna llena y la ausencia de calor respaldaban la decisión.
Con buen ánimo y toda la tranquilidad del mundo, ya que el único propósito era disfrutar la experiencia nos pusimos en marcha. No había necesidad de correr demasiado o correríamos el riesgo de que ningún local nos pudiera servir un merecido desayuno por la mañana.
A partir de Camorritos, una vez metidos en el pinar, la mosquitería en general se alborotó con la luz de nuestros frontales y a ratos hubimos de usar las manos para poder ver bien y evitar atragantarnos de proteinas demasiado pronto jeje. Esta situación fue intermitente en la subida a siete picos, claro que, conforme ganábamos altitud la presencia de bichejos iba disminuyendo.
Siete Picos de noche tiene su encanto. No voy a descubrir nada ya que es una ruta muy frecuentada por los corremontes habituales de la zona. Nunca decepciona y tiene su magia y su miga.
Nos plantamos en el Puerto antes de lo que esperábamos y nos fuimos a por la Loma del Noruego, por esa subida tan de nuestro MAM y que no es tan conocida. Alguna duda en el seguimiento del track en alguna de las lomas que se enriscaba y sin problemas estábamos en las praderas previas a Cotos.
En este punto habíamos dejado un coche de apoyo y rescate para posibles imprevistos. Como íbamos bien de agua y alimentos cogimos un poco de aire,  agua de a fuente y nos fuimos a por el coloso de la jornada y de nuestra Sierra, Peñalara. Durante la subida no dejamos de observar luces de frontales por todas partes. Cuerda Larga, Peñalara, Bola, Siete Picos... La actividad era plena en la noche como bien nos habia demostrado la cantidad de vehículos estacionados en los aparcamientos de ambos puertos. La temperatura muy agradable. Sin apenas aire.
Así en ese continuo curveo fuimos ascendiendo y cruzándonos con gente que descendía hasta llegar a Dos Hermanas y afrontar ese largo y tendido ascenso que conduce a los últimos metros escalonados que custodian nuestra techo serrano. Fotos de rigor para la organización sin hacer mucho ruido para no molestar a quienes vivaqueavan y de regreso por el mismo camino. Nuevamente cruce con varias personas que ascendían alumbrados por la luz de la luna para presentarnos en Cotos y esta vez sí, aprovechar el coche para tomar refresco y comer más pausadamente.
Cuando arrancamos hacia la loma del Noruego de vuelta, serían las 4;50 am aproximadamente. En menos de una hora  empezaría a amanecer. Este fue un momento espectacular. De repente noto que el suelo ante mi ya no es oscuro, me giro y a mis espaldas una banda naranja flota por encima de la silueta montañosa del horizonte, con el embalse del Lozoya a sus pies. Durante un rato avanzábamos hacia las antenas de Guarramillas, con la luna plena a su derecha y un precioso amanecer que va ganando luz a nuestras espaldas. Para recordar y repetir, desde luego.
Otra etapa vencida. Apagamos los frontales. La noche, como las dificultades hay que vencerla con paciencia y esperanza. Con la luz todo se ve de otra manera. Siempre sale el Sol como nos recuerda la canción.
Ponermos rumbo al Piornal, Maliciosa se adivina a tope de gente y nos vamos a por esa bajada que nos gusta tan poco y que desemboca en la Fuente de las Campanillas. Llegamos sin cotratiempos, que es el objetivo y reponemos fuerzas y saciamos sed con agua fresca. Nos queda la última subida que cuando las fuerzas fallan se hace muy muy larga aunque no lo sea tanto. Una vez más pasito a pasito hacia arriba. Cada uno a su ritmo para reagruparnos una vez más arriba. Así nadie se siente agobiado. Así lo hemos pactado y así lo hemos afrontado en cada uno de los tramos más delicados por desnivel o técnica. 
Con tranquilidad, disfrutando el momento, con la confianza de que ya está lo más dificil nos dirigimos al Puerto. Un grupo de amigos nos sorprende. Han aprovechado para entrenar por la zona intentando coincidir  y  hubo suerte. Intercambio de ánimos y para Cercedilla que ya hay ganas.
De la bajada que voy a decir que no sepais.... que se hace muy larga cuando llevas 40 km en las patas comparado con los días de entrenamiento. Pero, conocida por tantas y tantas veces, no vamos a ponernos nerviosos al final. A chapotear en cada paso del arroyo.
Y así, cuando queremos darnos cuenta, dejando atrás la zona de los antiguos campamentos y el embalse de Navalmedio estamos bajando esa rota y deteriorada cuesta con las marcas del GR que es una pena que no esté mejor cuidada y  que lleva a las primeras calles del pueblo y de ahí, en apenas unos metros, nuevamente al Polideportivo de Cercedilla para ahora sí. Alcanzar el reto y felicitarnos por ello.
Quiero dar las gracias a mis dos compañeros de viaje que no dudaron ni un instante en ponerse a mi disposición para acomparñarme y cuidarme. 
Carlos Ortega, que fue sobrado y casi avitualla y sigue otro rato para seguir preparando el GTP.
Manuel Trigo, que con un corazón y unos arrestos enormes supo vencer las tentaciones y sobreponerse a cada momento de duda.
Yermi, te debo una meta. Pero de momento baste este homenaje. Te echo mucho de menos.
Gracias a tod@s por vuestros ánimos y apoyo.







2 comentarios:

Unknown dijo...

Precioso

fernan130 dijo...

Me alegra mucho que lo completaras. Y en muy buena compañía
Enhorabuena