domingo, 12 de septiembre de 2021

Mis 100 Millas....el antes

Dentro de una semana, si Dios quiere, a estas horas estaré en Robledo rendido en el sofá, pensando en coger la cama con ganas buscando un sueño reparador que me sane y me conforte. Con cientos de imágenes frescas en mi retina. Con un sinfín de emociones en mi interior tras haber afrontado esos 175 km asturianos.

En estos momentos desconozco el resultado. Hasta dónde llegaré o cómo será el camino. Lo que sí sé, es como he llegado hasta aquí. A verme ante un reto que hace unos pocos meses ni me había planteado.

Y creo que todo empezó hace unos años con aquellas primera edición de las 100 Millas del Genal, hoy por cierto pasando unos durísimos momentos por culpa de la insensated de unos desalmados que prenden fuego al monte. Todo mi apoyo y solidaridad.

Aquella noche en la que mi amiga Cristina arrancó su primera aventura en esta distancia yo iba en su mochila. Durante unas semanas estuvo en mi cabeza la posibilidad de compartir aquella aventura. Finalmente no pudo ser. Pero aunque desde la distancia, la viví con plena intensidad. Cada avituallamiento. Cada km.

Quedó pendiente una carrera juntos. Algo que desde aquel GTP donde nos conocimos siempre estuvo en el aire. Y ha sido ahora. En Asturias. Sobre la distancia que ella eligió, estas 100 Millas Por Dónde Camina el Oso,  el momento y el lugar donde si nada se tuerce veremos cumplida aquella idea.

Por mucho que calculé fue imposible acertar la forma de coincidir con ella el máximo posible de km saliendo desde cualquiera de las otras dsitancias que se celebran. Así que tocó asumir que lo mejor era salir juntos .....acompañarla hasta donde logre llegar.

A partir de aquí entrenar lo mejor que pude. Siendo consciente de que los años y las articulaciones no me permiten ni los ritmos de otros tiempos ni los kilometrajes probablemente necesarios. No había otra que buscar el más por menos. Distancias más largas de las habituales, a unos ritmos asumibles y con unos descansos mínimos que me permitieran recuperar entre cada uno de los entrenamientos.

Estoy seguro que llego corto de kilómetros y con las molestias de siempre en las piernas, pero no peor que en otras ocasiones y al menos con unos cuantas sesiones provechosas en el zurrón. Desde el comienzo he tenido claro que corto de forma llegado el momento, se puede tirar de coraje para terminar. Lesionado o renqueante no hay nada que hacer.

Dicho esto, sé que cuento con el bagaje de mis anteriores ultras. Las experiencias vividas. Las de triste final y las de disfrute y consecución de objetivos. Las de subidón y las de sabor amargo.

Soy consciente de que llegará el momento que me sienta vacio. Que más de una, dos o tres veces estaré tentado de arrojar la toalla y rendirme. Sólo hay una salida "Cabeza Fria". Cabeza fría para asumir cuando la cabezonería no debe anteponerse a la salud. Cabeza fría para plantearme que si no hay problemas de salud siempre se puede dar un pasito más y que la paciencia es un gran aliado.

Cuando esté en esa situación, que llegará. Sin fuerzas y cansado, tocará pensar en todos aquellos que quiero. Mi familia (a quienes tanto debo) y amigos. Aquellos que por desgracia ya no están, pero que siguen presentes en mi vida. Que por ellos perece la pena levantarse y continuar. Que no hemos llegado hasta allí para rendirnos fácilmente. No sin plantear batalla. No sin darlo todo.

Sus mensajes y su apoyo serán cruciales. Pero no me cabe duda que tendra que ser mi fuerza interior la que incline la balanza. La magnitud del deseo. La ilusión. La determinación, las únicas que logren vencer los malos momentos y sacarme de los agujeros negros del pesimismo y el desánimo.

Ahora toca descansar todo lo posible. Descansar y alimentarse bien. Buscar la motivación necesaria y alcanzar un mínimo de autoconfianza para afrontar lo que se viene encima. Y confiar en la amistad como motor principal que nos conduzca al éxito.

Pero todo esto, ahora, es especular. El desenlace, en una semana. 





domingo, 13 de junio de 2021

Vuelta a la aventura e ilusión.

Hace 24 años, Un 8 de Junio participé junto con mi amigo Estaire en la primera edición del Maratón Alpino Madrileño.

Decir que parece que fue ayer, sería un topicazo. No lo parece. El tiempo pasa y se nota. Cuanto más mayor te haces, la mochila pesa más.

Pero sí puedo afirmar que lo recuerdo perfectamente. Para nosotros, venidos del asfalto. De las medias maratones de Moratalaz. Del trofeo Akiles o Canillejas y del Maratón Popular de Madrid tras varias ediciones aquello surgió como un reto. Una aventura que afrontamos con ilusión.

Tener a nuestra "disposición" algunas de las cumbres del Guadarrama. Por donde habíamos pateado de adolescentes era una motivación suficiente. Un lujo que debíamos aprovechar.

Recuerdo que aquella edición la preparamos en la Casa de Campo. Nuestra base de entrenamientos. El cerro Garabitas, las Tapias y cualquier subida de este pulmón de Madrid fueron recorridos con afán aquellas semanas previas.

El resultado: casi 8 horas en las que corrimos poco, anduvimos mucho y en la que conseguimos llegar juntos a meta. SOBREVIVIR.  Los días posteriores bajar las escaleras de casa o los escalones del autobús eran una especie de tortura inquisitorial que no se nos olvidará jamás.

Pero en mi caso, el veneno había sido inoculado. A partir de aquel momento repetí y repetí ..... y repetí... Así hasta hoy. Vinieron los tiempos de las mejoras, de la superación. En la preparación. En el equipamiento. En la estrategia. Así durante varios años. Hasta que, como en toda montaña rusa, se llega a la cima de tu recorrido y, a partir de ese momento llegan las curvas, los subes y bajas. El discurrir en descenso irremediable hacia el final.

Pero si sigues mirándote al espejo y te ves con ganas. Si aún te reconoces inquieto. Si albergas el sentimiento de aventura. La ilusión de vivir cada oportunidad, hay que salir y probar. Siempre hay que intentarlo.

El Maratón Alpino Madrileño es un desafío considerable, de envergadura. Pero es también un clásico. Parte de la historia de nuestras carreras. Una superviviente de este mundo del Trail. Tiene sabor vintage. Tiene solera. Prestigio y tiene el poso de los pioneros de este mundillo. Merece la pena pasar a formar parte de el.

Así que, mira en tu interior. Si tienes espíritu de aventura. Si mantienes la ilusión por lo que haces. Si te gusta correr. Si te gusta la montaña. Tanto si llevas poco tiempo en este mundo. Como si estás de vuelta de todo. No lo dudes, participa. SOBREVIVE, o al menos inténtalo. No pierdas la oportunidad. Como muchos lo hicimos anteriormente.

Porque como la vida no deja de recordarnos, más en estos últimos tiempos, nunca sabes cuando será la última.



martes, 2 de marzo de 2021

Todo esto y nada.

Granito. Del Guadarrama. Duro y resistente. Ese que al roce desgarra la piel y al golpeo castiga tendones y huesos. Tan presente en mi vida desde hace años. Con sus espectaculares paisajes y sus terrorificos instantes cuando en condiciones difíciles parece cobrar vida bajo mis pies.

Somos frágiles. Somos sangre y músculo. También sueños y anhelos. Miedos y risas. Esperanza.

Y sin darnos cuenta se nos pasa el tiempo y se nos van caducando las pertenencias de nuestra mochila. De repente las cosas llevan otra velocidad. Nos cuesta más llevar el ritmo. Empezamos a llegar tarde. A ser lentos.

Pero como el granito asistimos al discurrir de cada día. Y como el granito nos resistimos a dejar que la erosión nos derrumbre. No tan fácil. No tan rápido como ella quisiera. Hasta que llegue el momento,  y quebremos, como los viejos rockeros, con la ronca voz y el rostro ajado. Pero seguimos en la brecha.