lunes, 29 de abril de 2013

Lobo solitario.

Hace ya tiempo que no me dejo leer por aquí. Quizá demasiado. Es caso es que la participación más activa en el Blog del grupo, "Los Locos del Cerro" ha hecho que mis reflexiones hayan encontrado un distinto destino al habitual.
En cualquier caso un blog no es una obligación cuando careces de un seguimiento enorme. A fin de cuentas, ¿para quien escribes? ¿para los demás? ¿para tí mismo?. Es mi caso el intimista. Un rincón donde recordarme algunas cosas que me gustan o encontrarme al cabo de un tiempo.
Cerraba la anterior entrada haciendo una apuesta por una trilogía de retos por delante: Zegama, Maratón Alpino Madrileño y Maratón de Somiedo. Desde la percepción de que mi distancia límite en Trail es esta, la que alcanza las 7 horas.
Así que me encuentro en plena escervescencia de entrenamientos. Intentando alcanzar el punto justo de forma que te permita exigirte pero aún no alcanzar el límite de forma que no implique el declive o el pico de bajada.
Para eso, he redescubierto que soy mi mejor aliado. La soledad de mis entrenos no solo me hacen disfrutar, sino que me exprimen más que la mayoría de otros que afronto. Por defecto o exceso, es curioso que un ritmo demasiado relajado no siempre es sinónimo de frescura posterior y, del mismo modo un ritmo intenso en demasía no solo te desgasta físicamente sino que anímicamente crea dudas permanentes en tu interior.
Así que, mi propio ritmo, que normalmente es superior a lo que debería, al estilo prisillas, es el que me hace sentir ligero o pausado cuando toca. Porque es el mio, y cuerpo y mente se acompasan para animarse o consolarse según toque. Pero en equipo.
Disfruto enormemente de los amigos y los compañeros. Pero no puedo negar que en soledad encuentro los entrenamientos más plenos. La sensación de fuerza, la belleza del paisaje, el sonido del correr del agua, el olor a tierra mojada que trae una tormenta lejana... son más intensos en el silencio del bosque o en la  soledad de la pradera.
Esta va a ser mi apuesta de cara a estos próximos retos. Compartir salidas habituales con mis amigos pero dejar una base principal a mis entrenos propios y
específicos. Esos recorridos habituales que son valiosos test de mi estado físico. Esos circuitos exigentes que simplemente el hecho de finalizarlos en solitario son un subidón de confianza y autoestima.
Es el camino más seguro hacia lo que quiero. Es mi camino.