martes, 24 de febrero de 2009

El viejo dilema.


El domingo vuelvo a la competi. Al esfuerzo agónico, a la fiesta del atletismo popular, a la doble A con viejos conocidos y compañeros anónimos con los que compartiré un número indeterminado de minutos, de kms.
Y como tantas otras veces la semana planteando la carrera. Visionando el circuito, cargandome de sensaciones positivas para afrontar la prueba y, con alguna que otra inevitable duda.
¿Que hacer?.
¿Plantearme un objetivo ambicioso, confiando en la capacidad extra de motivación que nos provoca la carrera, exprimiendo la ración suplementaria de adrenalina y rendimiento que nos supone un dorsal y la competencia con otros atletas o , amparado en las sensaciones de los últimos entrenamientos largos cargarme de prudencia y, realizar una carrera fria y metódica donde el objetivo sea dosificar cada gramo de mis fuerzas?.
No me asusta ni condiciona ninguna de las dos posibilidades, a estas alturas de mi vida soy capaz de asumir y disfrutar ambos planteamientos.
Primera opción salir a un ritmo de 45' los primeros 10,5 km aprovechando su perfil más favorable para intentar mantener el mejor ritmo posible en la segunda mitad y cerrar el crono lo más próximo a la hora treinta posible. Riesgo, el desfondamiento y hundimiento en los últimos 3-4 km. Posibilidades, levantar el pie en el momento de no poder asumir el ritmo y dosificar desde ese momento.
Segunda opción, salir a un ritmo de 47-48' los primero 10,5 km conservando fuerzas para poder en la segunda mitad mantener y terminar, si es posible, los ultimos kms con la fuerzas suficientes que me dejen cerca de un crono lo más inferior a la hora treintaicinco posible. Riesgo, desaprovechar la ocasión de realizar un test real, quedar con la duda de que habría poder hecho con otro planteamiento. Posibilidades, apretar en la segunda parte, llegar fuerte al final y terminar con buenas sensaciones.
Ser osado o racional.
No tengo actualmente la confianza ni la seguridad de otras épocas. Pero el dilema no me es desconocido.
La respuesta el domingo.

viernes, 20 de febrero de 2009

La importancia de tener un plan

No, no me refiero a ese otro tipo de planes...
Creo que muchos de los problemas y, abandonos en el mundo del corredor se producen precisamente por la ausencia de una planificación objetiva de nuestra actividad.
Son pocos los que pueden disponer de un asesoramiento adecuado por parte de un entrenador, o al menos, de un experto en atletismo.
Así sucede, que la mayoría de nosotros de forma autodidacta, vamos disfrutando de nuestros aciertos y en el mejor de los casos aprendiendo de nuestros errores, pero no siempre es así.
Es lo habitual que a la primera fase de euforia, en la que pasamos de sedentarios a personas activas sean tan abismales los cambios y la progresión que la llegada del lógico estancamiento nos provoque en muchos casos el astío, la lesión o el abandono.
Es aquí donde entra la importancia de seguir un plan con la intención de conseguir un objetivo. En los años de corredor que llevo no puedo negar que he seguido planes de todo tipo, de revistas, amigos, páginas web... unos trazados por personas a las que no conocía, otros supuestamente por famosos atletas de élite.
Y es de estos años de experiencia de los que he podido extraer mis pequeñas conclusiones. La primera es que el plan se debe adaptar a nosotros y no nosotros al plan.
Debemos tener la suficiente flexibilidad para desarrollarlo.
No somos atletas de élite, no vivimos de esto, por tanto nuestra vida laboral, familiar y social ocupa y debe ocupar su cuota primordial y necesaria en nuestra vida.
Es imposible por lo tanto realizar un plan a rajatabla, es más, a nuestro nivel es perjudicial por el propio estres que nos provocaría. Se trata simplemente de extraer la filosofía del plan para trasladarlo a nuestros entrenamientos.
Por ejemplo, os diré que para conseguir bajar de las 3 horas en mi último Mapoma me bastó orientarme en un plan para media maratón sub 1h30' de Chema Martinez (creo recordar) publicado en la revista Runners. Los ritmos y kms propuestos eran lo suficientemente exigentes para mí. Con esos ritmos y la resistencia trabajada conseguí mi objetivo.
Cuando un plan detalla una serie de días de rodaje, unos de series a unos ritmos determinados, no tiene en cuenta si el jefe nos pondrá un trabajo de ultima hora, o si se pondrá malo nuestro hijo.
En la sencillez está la virtud. Simplemente sigue las pautas, rodaje, calidad, fondo. Si el plan nos propone 2x3000 en pista y nuestro cuerpo ese día no está para largas exigencias lo adaptamos a 3x2000 acortando la duración del esfuerzo y aumentado la recuperación, o simplemente jugemos con una pirámide 1000,1500,2000,1500,1000 que se nos haga más variada o llevadera. Escuchemos a nuestro cuerpo y mente. Aplacémoslo si es necesario.
Se pueden cambiar los días de series largas por cortas o viceversa. O los ritmos en un rodaje de progresión incrementarlos en 10 o 15'' si nuestro cuerpo nos lo exige. No es imprescindible hacer el último el km en 3:50 aunque sea lo establecido si no estamos para ello.
En una competición de preparación o test podemos decidirnos a forzar si ese día nos encontramos con unas condiciones y sensaciones optimas, pero, siempre con la suficiente capacidad de análisis para no vaciarnos, siendo conscientes de que hipotecamos nuestros futuro objetivo si no tenemos la suficiente frialdad.
Es sencillo y simple, todo, no puede ser el objetivo.

domingo, 15 de febrero de 2009

Un pequeño análisis

Habitualmente todos los que practicamos algún deporte somos en general demasiado "resultadistas". Incluso en el terreno de los entrenamientos solemos caer en exceso en conclusiones provocadas por las sensaciones finales de nuestras sesiones.
Evidentemente es importante terminar con buen sabor de boca un entreno de larga distancia, de repeticiones y de cuestas. Pero, hay que evaluarlo en su totalidad.
Llevo dos meses de regreso a los entrenamientos, la progresión ha sido tranquila, por momentos demasiado, pero la veteranía me ha ayudado a no agobiarme y saber esperar mi momento.
En una primera fase la moral ha sido frágil y la sensación pobre. Cuando no sentía ni ritmo, ni agilidad, cuando cualquier repecho me lastraba, cuando las medias un día sí y otro también no mejoraban.
Luego ha llegado otra donde se han ido recuperando esas sensaciones, cuando de un día a otro sin motivo aparente se sube un pequeño peldaño de calidad que invita a esperar el siguiente entrenamiento con ganas. Ese momento en que ya te ves, pero todavía no eres capaz.
Queda esa tercera fase, la de la confianza en uno mismo, la de la sensación de poderío, la de gobierno de tus fuerzas, de las distancia, del ritmo. Donde manejas igual carrera táctica que la veloz. Donde disfrutas del atletismo.
Y hablo de sensaciones personales ajenas a nuestra posición en el grupo. Tener una percepción realista de nuestro lugar en el escalafón es saludable, ser capaz de ocuparlo satisfactorio, mejorarlo gratificante, pero no necesariamente imprescindible.
Cuanto rollo para contaros mis últimas sensaciones en mis entrenamientos largos.
Este sábado salí con la intención de rodar 90' (20 km. calculaba). La cercanía de la Media de Villalba es un estímulo importante. Así que inicié uno de esos rodajes solitarios, que curten, que imprimen caracter al fondista y siven para conocernos y autocontralarnos en carrera.
Los ritmos iniciales fueron buenos y fáciles, sorprendentemente para haber estado 14 horas antes pegando algunos tirones por la dehesa con mis amigos Fernan y Alberto.
A los 10 km dí la vuelta en un tiempo de poco más de 46'. Fácil de piernas y con la idea de incluso progresar un poco en el regreso siendo este de perfil algo más favorable.
Pero, a partir de los 13 km me volvieron las sensaciones de vacio al estómago, esos rugidos de fiera que araña buscando gasolina que me han frecuentado de un tiempo a esta parte al pasar de los 60' y mi ritmo decreció claramente. Terminando con 19 km en 1h29' y más de 5'15 el último km.
Yo soy persona de botellas medio llenas. Sinceramente disfruté con el entrenamiento, incluso me siento satisfecho. Soy consciente de mis limitaciones pero, eso me servirá para superarlas. La veteranía es un grado.
El entreno de unas horas antes, la sensación de estar algo falto de sueño, el tiempo que había pasado desde el desayuno, el regreso de temperaturas más elevadas... todos ellos, factores que me justificaban la sensación de pájara que me asaltaba.
Por otro lado, la conciencia de que estas situaciones de crisis tambien se entrenan y entrenan, la necesidad de acondicionar nuestro cuerpo a las largas distancias, la ausencia de rodajes largos en los ultimos meses donde me he limitado a salidas de 40-50', terminar con una media aceptable que hubiera firmado al salir de mi casa aunque las sensaciones finales no fueran las mejores.
Muchas veces, como señalé al inicio nos quedamos con el sabor del último bocado. Hay que tener la capacidad de valorar en banquete en su totalidad porque es lo que realmente nos nutre. La visión de conjunto es la que más nos acercará a la realidad.
El día 1 de marzo tengo una bonita cita, el espíritu guerrero se acerca. Las pinturas están preparadas.

viernes, 13 de febrero de 2009

Resquicio de primavera.

Han bastado unos pocos días de sol, de buen tiempo, la mejoría de las temperaturas, un pequeño resquicio de primavera para que los ojos se vayan al monte.
Esas cimas todavía bien cargadas de nieve, los regueros de agua, el brote de las primeras hierbas , para sentir su llamada.
Revisar pasadas fotos de Zegama. Recordar caminos de Cangas. Avistar sendas en Guadarrama, para soñar, volar, correr.
No puedo evitar sentir, suspirar de añoranza visionando tantos senderos, arroyos, canchales, musgo, granito, atravesados. Donde el esfuerzo extremo en ocasiones siempre encontró el avituallamiento del entusiasmo ante lo que veía, sentía, pisaba.
Soy corredor, pero es en la naturaleza, en el campo, en el monte, donde encuentro mi verdadera esencia, el aliento para seguir mis zancadas en pos de alcanzar un nuevo valle, bosque o pradera que admirar y robar para mis mente y mi corazón.
Fotografiar sus colores, aspirar su esencia, almacenar su temperatura o humedad. Desnudar mi naturaleza sencilla para humildemente intentar encontrar un hueco en cada lugar.
Y entre todo ello descubrir un bosque particular y fabuloso de personas con fuertes y hondas raices en la tierra y en mi corazón.

lunes, 9 de febrero de 2009

Peces de plomo.

Desde pequeño he podido leer como se vinculan los signos zodiacales a los distintos elementos que componen nuestro planeta, el fuego, la tierra, el aire y el agua.
Evidentemente no creo en la relación exacta entre ambos, de hecho de ser así, ningún Aries podría ser waterpolista.
Todas estas vueltas para confesar que servidor en el agua, como que se encuentra intentando escapar de una maraña de hilos que le intentan atraer hacia el fondo, y con poco lo consiguen.
Imagino que en compensación la naturaleza ha liberado a mis hijos de esos lastres de plomo.
Este fin de semana tuve doble ración de piscina, desde la grada. El domingo la mayor participaba en su segunda competición de la Fmn. Le tocaba 200 mts. estilo.
Yo, que bien arrimado a las corcheras a estilo renacuajo (ni siquiera llego a rana) apenas podría cruzar esos 25 metros que separan una orilla de la otra, presenciaba como niños y niñas del 11 y 12 años cruzaban de un lado a otro aquella distancia en un puñado de segundos.
El atletismo es el deporte que practico, el ciclismo creo que era el deporte para el que más aptitudes podría haber tenido, pero he de reconocer que la plastica de la natación en esa sucesión de distintos estilos es completa y vistosa.
Para mi chica, al final fueron 3'31'' que para mí son como un record de España.
El domingo, el turno fue del pequeño, con menos estilo pero mayor competitividad el que se presentó para unas pruebas de selección de la misma Fmn. En su caso 2x25 mts. en estilo libre y espalda. Esta semana nos dirán algo.
Afortunadamente puedo decir orgulloso que mis hijos no son peces de plomo.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Calidez en invierno.










Parece una contradición pero es cuestión de no dejarse vencer por la oscuridad, el frio, la desesperanza.
En este invierno recio y largo que nos manifiesta rudamente su dominio no debemos olvidar que la calidez convive en multitud de rincones.
La vida lucha por abrirse paso con ahínco, cuando sobrevivir sobrepasa tantas veces para nosotros los umbrales de la racionalidad, podemos admirar en los seres más pequeños la fortaleza que a nosotros nos falta.
Nos creemos tanto y somos siquiera una pieza más en el puzle de la creación.
Si mantenemos abiertos los ojos encontraremos el bello color en las hojas de un espino o una zarza, el verdor desafiante de los brotes de hierba entre la nieve, el bullicioso correr del agua que busca el remanso y sostiene la vida, la arrogante figura de unas ramas que estoicamente esperan su mañana, la efímera exitencia de esas pequeñas esmeraldas de hielo que se aferran a los arbustos preludio de ... vida, esperanza, futuro, sueños, en tantos pequeños rincones donde dirigimos nuestros ojos.


Que vemos no sólo porque se hayen ante la lente de nuestra mirada, sino principalmente porque existen en nuestro corazón, porque somos el filtro que completa el fotograma.
Alimentemos nuestro espíritu de ilusión, para que cada mañana sea un desafío maravilloso.
Simplemente, vivamos con el ansia, incertidumbre y humildad de cualquier otro ser vivo.