Apenas 4 días para la cita más difícil de la temporada es momento de hacer las últimas reflexiones previas.
Llego en buenas condiciones. El MAM no me ha dejado a priori excesivas secuelas. Me he encontrado bien en las salidas de estos días. Quizá un poco ahogado si forzaba demasiado en algún momento pero recuperando bien y con sensación de solided. De fondo y capacidad de prolongar el esfuerzo en ritmo continuo o en alternancia de ritmos.
Estos últimos días he tenido ocasión de coincidir con algunos compañeros y charlar con otros por teléfono. Eso me ha hecho percibir un cierto handicap de cara a la prueba del sábado. Por un lado estan los que me conocen desde hace tiempo y saben de mi veteranía en maratones de montaña y por otro los que han compartido algún entrenamiento o carrera conmigo estas últimas semanas. La mayoría de ellos no conciben que deba tener problemas para superar el desafío. Yo descofío.
Pero mi mente no parte desde esa premisa. Yo afronto esta prueba desde la más profunda humildad ya que hasta la fecha no he demostrado que sea capaz de superarla, más si cabe desde el fiasco del pasado año en la G2H. Me siento como un novato y albergo todas las dudas e incertidumbres propias de tal.
Si el pasado año partí confiado en mi capacidad y el terreno se encargó de hacerme doblar las rodillas, en esta ocasión no espero nada y salgo a por todo. Ese no será el error.
Del mismo modo en esta ocasión creo que seré fiel a mi mismo, a mi estilo, seré Prisillas. No por ir rápido, sino por hacer mi carrera como tantas y tantas veces con sus momentos de euforia y sufrimiento. Haciendo amigos y compartiendo camino.
Disfrutando de la Doble A y reencontrándome. Reconociendome en la alegría o en el fracaso. En la fuerza y en la fatiga. Pero habiéndolo intentado una vez más.
No tengo nada que perder y puedo hallar mucho.
El sábado a las 6,30 buscaremos las respuestas.
El sábado a las 6,30 buscaremos las respuestas.