jueves, 14 de abril de 2016

Respuesta.

Papá. ¿por qué eres del atleti?.
Mira hijo, cuando yo era chiquito como tú, jugábamos al fútbol muchas veces a la salida del colegio. Entonces había muchas placitas y solares cerca. Eran tiempos en los que las porterías se marcaban con las carteras o los abrigos.
Los equipos se hacían eligiendo jugadores con el monta y cabe.
¿Y sabes? a los buenos les gustaba siempre ir juntos. Es algo que siempre se ha dado. Como a mí se me daba regular me tocaba jugar contra ellos, ir con los peleones.
Casi siempre ganaban ellos. A veces por mucho y a veces también burlándose de nosotros. Y no te voy a decir que no escociera.
Pero al siguiente partido, con ganas, empuje y espíritu de superación hacía que les plantáramos batalla. Y ese día podías ver en sus ojos el temor a la derrota y la sombra de la duda cuando las cosas se les torcían, tanto que a veces incluso les ganaba..
A ellos les gustaba la sensación de ganar siempre. A nosotros la de no rendirnos nunca y eso, normalmente tiene su recompensa hijo.

lunes, 11 de abril de 2016

Letargo.

A veces pasa sin saber muy bien el porqué. Sin un motivo aparente o con el. Momentos de vacio o saturación en los que no tienes nada que compartir o bien simplemente no quieres hacerlo. Sencillamente de ausencia. Porque sí. No puede explicarse. No es necesario hacerlo. Sobra.
Un buen  día te desperezas y despiertas de ese letargo. A veces porque tienes algo que hacer u ofrecer. Otras contrariamente no puedes hacerlo aunque quisieras y valoras más aquellas que has realizado. Porque sientes que merece la pena estar vivo, sentirlo y demostrarlo. Desde el pasado o hacia el futuro.
El pasado año fue magnifico en su faceta deportiva. Sin lesiones y alcanzando cada uno de los objetivos que me fui marcando, con "solvencia" salvo el MAM, pero se sacó adelante. Aquello me dejó en un stanby del que parecía no querer salir. Saborear cada momento ha sido una delicia y una satisfacción.
Este año por contra, comenzó con apatía y se fue torciendo hacia el camino de la lesión. Ahora, en este momento, donde la salud no es completa, es justamente donde la bofetada de la realidad hace que uno despierte. Toca remar contracorriente porque hay citas que no puedo perdonar y, con ellas renovar mis deseos de soñar con alcanzar metas y objetivos que aún no he logrado. 
Objetivos que no por ser más modestos dejan de ser menos intensos. No hay sueño pequeño ni meta que no merezca la pena.
No somos eternos, por eso es un pecado dejar escapar el tiempo, dejar de sentirnos vivos.