Sin la parafernalia de los grandes acontecimientos. Sin el clima de celebración de ningún aniversario de cifra redonda. Pero, con el respeto y la imponencia que merece, aquí está de nuevo una edición más del Maratón Alpino Madrileño.
Esa prueba fetiche de media docena de "pesados" megasupervivientes que año tras año nos presentamos en la línea de salida con la ilusión e incertidumbre del primer día. Porque, nadie lo dude, a pesar del tiempo, de la experiencia y la veteranía cada año es un desafío donde uno no es capaz de asegurar que las fuerzas o el destino sean esquivos y trunquen la voluntad de un corredor más, como otro cualquiera, aunque sus piernas lleven más de 860 km recorridos en esta carrera.
Y es ahora, en estos momentos dificiles para este deporte de las carreras de y por Montaña en esta zona de nuestro País donde desde el más profundo respeto al entorno, a cada brizna de hierba, reguero de agua y soplo de aire, humildemente solicitamos el mismo respeto para quienes amamos esa tierra, ese agua y ese aire tanto, que nos sentimos parte del mismo, aunque pasemos ligeros.
El respeto hacia la voluntad de estos corazones que latieron más 1.152.000 veces en el pecho de cada uno durante estas 20 pasadas edciones. De quienes han estado 240 horas entregando toda su energía en cada una de las ediciones. De quienes han visto pasar 7660 días de su vida desde aquella primera edición.
El respeto que merece la fidelidad, la ilusión del primer día y la esperanza de que nuestra carrera siga adelante. Porque si ella algún día desapareciera una parte de la vida de cada uno de nosotros se extinguiría. Pero, no lo olviden amigos, somos más que Supervivientes... y eso debería decirles algo.
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