miércoles, 12 de octubre de 2011

Quiero seguir soñando.

Entre las sábanas de mi cama estoy fenomenal. Después de una buena comida y aprovechando el día festivo es buena ocasión de dormir una siesta.
Así voy cogiendo postura. De lado, con la pierna izquierda estirada y ligeramente hacia atrás, la derecha flexionada un poco por debajo de la cadera... no me duele nada. Ójala fuera cierto y pie en tierra tuviera esas mismas sensaciones.
Cerrando los ojos me encuentro en el mirador de Cabeza Lijar, donde he estado con Sol, con niebla, con lluvia o con nieve. Después de unos segundos de contemplación comienzo a descender los derruidos escalones que conducen al Collado. Descenso técnico que en un momento cambia, me sorprende y reconozco. Ahora rodeado de pinos con el curso del arroyo Navalmedio abajo, a mi derecha voy esquivando piedras, raices y evitando las tapas de hormigón de la conducción de agua. Alcanzo un viejo arbol encadenado escucho las voces de grandes amigos y reemprendo la marcha. 
Y me encuentro en un hayedo donde las viejas ramas caidas se encuentran cubiertas de musgo, lo conozco de nuevo, estoy camino de la cima del Aratz. Existe un momento mágico en esta subida, cuando se vadea un enorme peñasco a nuestra izquierda y uno siente bajo sus pies millones de viejas hojas caidas que componen un blando colchon de naturaleza, aspiro la esencia de aquel lugar y prosigo. Comienzo a estar cansado pero tengo el ánimo intacto. Falta me hace cuando después de saltar un par de regatos de agua levanto la vista y se muestran ante mi los imponentes tubos de Cabezas de Hierro. Voy bordeando el reguero de agua transparente y ascendiendo en zigzag ese penoso tramo donde cuesta no retroceder patinando. Queda poco y afronto el tramo final, el camino se estrecha y comienza a estar repleto de gentío, muchas personas animando, lo reconozco, estoy alcanzando la cima del Andraitz con sus últimos metros a modo de estrecha chimenea. Ahora ya sólo toca bajar por esas viejas piedras desgastadas por tantas y tantas pisadas y volver al bosque.
Los helechos me abrazan, son helechos de los bosques de Zegama, de la Fuenfría, de las inmediaciones de la Granja.... El bosque juega conmigo, ahora poniendo una rama que saltar, una piedras que esquivar, un arroyo que atravesar. Calentandome cuando la temperatura es baja, refrescándome con su humeda hojarasca cuando el Sol se impone en lo alto del cielo. Como tantas y tantas mañanas, como en tantos y tantos días, siempre mostrándome algo nuevo. Siempre haciéndome sentir pequeño y vivo.
El bosque, las rocas, el agua, todo ello soy yo y yo todo ello al mismo tiempo.
Y así alcanzo el final. Un gastado vértice geodesico desde el que alcanzo a ver el embalse de Valmayor, Abantos, Maliciosa o la Pedriza. Un viejo y  achatado monte, un gastado cerro que me aguarda y que me acoge siempre. 
Quiero seguir soñando,  necesito seguir viviendo mis sueños. Sin ellos, es más dificil levantarse y caminar cada mañana.








6 comentarios:

Unknown dijo...

Ánimo Prisi! Recupérate pronto! Un fuerte abrazo.
Javi

mayayo dijo...

Ya sabes, Prisi, las montañas siempre están ahí. Volverás a jugar con ellas bajo las zapas.

Mientras, nos queda aplicar aquellas palabras que nos dejó Miriam Garíca Pacual: "Que nunca falte una montaña en tus sueños"

Un abrazo, maestro.

fernan130 dijo...

Habrá que buscar en el polvoriento baúl de los recuerdos para no decaer. Por suerte el tuyo está lleno de buenas jornadas donde saborear de nuevo el ritmo roto de las fuertes subidas y la relajante mirada en lontananza de las cumbres. Todo por revivir mejores tiempos. Pronto estaremos en alguna de ellas juntos como este verano. Muchos ánimos maestro.

Mikel Vm dijo...

Es impresionante, por momentos me veía transportado a aquellos lugares de los que hablas. Se me ha pasado por la cabeza una especie de videoclip, una película, que me ha llegado muy dentro.
Hay que añadir escenas Prisi... la recuperación es segura, dale tiempo y paciencia.

Prisillas dijo...

Gracias a todos por los ánimos.
Ayudan a "sujetarse" para alcanzar el objetivo que no es otro que poder de disfrutar de correr con gente tan formidable como vosotros.

Mandie dijo...

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