Sé que tengo pendiente la entrada que cierre las reflexiones Ultramaratonianas anteriores. Que ponga punto y final a mi experiencia en el GTP.
Os aseguro que lo he intentado en unas cuantas ocasiones y que tengo hasta un borrador pero una crónica al uso no me sale y, sinceramente todo lo vivido aunque intenso me ha resultado un tanto gélido en contraste con las temperaturas que sufrimos el día de la prueba.
Hablaba Murakami en su libro "De que hablo cuando hablo de correr" del corredor "Blue". Ese que siente el vacio en su interior después de vivir la intensidad innerente a una carrera de ultramaratón. Al vacio físico se une el mental. Del agotamiento a la falta de deseo para buscar el siguiente objetivo. Por cansancio, frustración o puro temor a truncar nuestra felicidad si todo salió bien.
Por eso creo que tantos ultramaratonianos se enganchan sin descanso de una prueba a otra. Es tan elevado el esfuerzo y tan intensa la experiencia que la única forma de evitar el "enfriamiento" es engancharse a la siguiente sin pausa, sin pensarlo.
Pero no ando yo por esos derroteros ahora mismo. Sino por los otros. Los de reinvertarme a mi mismo. El de renovar mis votos de corredor abnegado.
Por suerte estos días estoy disfrutando de un libro que me está haciendo pensar ya que además de situarme en escenarios nuevos y desconocidos como las carreras de 100 millas en USA, plantea algunas cuestiones morfológicas y fisiológicas del ser humano como corredor. El libro es el famoso "Nacidos para Correr" (Born to run).
Así que desafiando esta cierta apatía que me envuelve hoy he decidido sentirme Raramuri y simplemente correr natural. Jugar corriendo. Olvidarme de ritmos, orografía y entrenamientos. Como una sucesión de olas me he ido dejando llevar, luchando hasta llegar al punto más elevado para luego dejarme caer de nuevo. He prestado atención a mis piernas, a la posición de mi tronco, a los apoyos de mis pies que me impulsaban en cada zancada. A cada bajón volvía a mis pasados y mecánicos movimientos, así que después de unos segundos de descanso volvía a prestar atención a mis apoyos y volvía a jugar, corriendo.
Salí buscando la tormenta que se oteaba en el horizonte y no paré hasta que me refrescó la lluvia durante unos agradables minutos.
Salí buscando la tormenta que se oteaba en el horizonte y no paré hasta que me refrescó la lluvia durante unos agradables minutos.
Hoy por hoy creo que aún tengo camino por delante como corredor. Quizá sea el momento de dejar un tanto de lado el mundo de los dorsales y la competencia y, dedicarse más a conocerme como atleta. Correr natural y jugar corriendo. Nunca es tarde para aprender trucos nuevos y, buscar alcanzar tus límites.
El primer paso para alcanzarlos es desearlos.
4 comentarios:
Eso mismo me pasó a mí hace justo año y tardé una eternidad en volver a marcarme un nuevo objetivo: demasiado esfuerzo, demasiadas ilusiones, grandes sacrificios... Todo ello, en pos de un único fin. Pasará esa sensación y volverá el deseo con toda la fuerza que en ti siempre le caracteriza. Disfruta entretanto de este pequeño parñentesis.
Pues aunque suene raro me alegro que estés en ese momento. A veces hay que desconectar un poco del dorsal y "disfrutar, disfrutar" Ya verás como el día que menos lo esperes estás otra vez preparando alguna carrera.
Días de carreras en solitario, días donde los esfuerzos pasados cobran sus deudas, días de milagrosa recuperación y sobre todo, días de búsqueda. Búsqueda de algo que te vuelva a emocionar, opino igual que tú en el hecho de que no es necesario colgarse un dorsal... pero algo tenemos que hacer, y tiene que ser algo muy grande, algo que podamos contar orgullosos a nuestros nietos, algo que nos marque un poco más... porque todo aquello que no vivamos lo vamos a perder, porque ahora podemos y luego tal vez sea tarde y porque más vale errar en el intento que arrepentirte de las cosas que no hiciste. CARPE DIEM.
Fernan130 creo que me ha faltado lanzar ese grito pasional de Nadal tras la consecución de un gran tanto. Pasión, en su desenlace.
Chema un dorsal siempre estará esperándonos. Es más duro luchar con uno mismo. Contra la conformidad. Esa es la verdadera competencia.
Mikel totalmente de acuerdo. Siempre en movimiento para llegar lo más lejos posible, para ver el otro valle detrás de la cima. Y detrás el siguiente... hasta donde podamos.
Publicar un comentario