Es bonito esto de ver los toros desde la barrera y más aún ser coparticipe aunque sea parcialmente de la carrera desde dentro. Sentir el paso de los km en los rostros de los amigos y de los desconocidos. Recomendable.
Ayer un buen puñado de amigos tomaron parte en el Maratón Popular de Madrid. Cada cual con sus ilusiones, sus entrenamientos en las piernas, sus expectativas y sus temores. Todos consiguieron llegar a puerto en mejores o peores condiciones.
El día comenzó con madrugón después de una noche de poco descanso (y eso que no corría). Importante sacrificio para no tomar parte directa. Pero había que insuflar ánimos y confianza. Reunión delante del antiguo palacio de correos, fotos, saludos y últimos consejos a los pupilos.
Poco después pude disfrutar del espectáculo de la salida desde una corta distancia, ese tropel de corredores en desbandada buscando la gloria, como un rio desbordado de fuerza e ilusiones. Bonito y curioso fue también contemplar el vacio, el desorden y la suciedad (botellas, camisetas, plásticos, geles...) esparcidos donde instantes antes estuvo la manada y a los encargados de limpieza en frenética acción.
Desde ese momento, tranquilo paseo (a buen paso, como no) de regreso a Cibeles, subida por la Gran Vía bostezando al domingo, callejeo en dirección contraria a la carrera, calles peatonales, voluntarios que se afanan en destapar botellas que dentro de un rato repartiran, Tribunal y, así callejeando llego al km 16 donde al sol y en compañia de otros compañeros del Club que me encuentro (Nandocañada, Antonio Palma e hijo y familia) espero al sol la llegada de los corredores.
Llegan los primeros, un grupo de unos 15 corredores africanos a un ritmo que asusta. Varios minutos después el primer corredor blanco y poco a poco, en pequeños grupos el resto. Espero espectante la llegada de Rafa, espero que le vaya todo bien, hay muchas esperanzas por parte de ambos en que todo salga bien. Yo confío, pero es un maratón.
Al rato aparece Rafa, me uno a él y comienzo a correr a su lado. Va a buen ritmo (4'14'') y claro, así en frio de repente me cuesta aguantar, pero se cumple. Me indica que va bien, que lleva un poco cargada una de las piernas, pero bien. Se me ocurrió que podía acompañarle hasta la media que les esperaban Uge y Ramón, pero caigo en la cuenta que llevo un gel de Mikel y me dijo que se lo pasara en el 17. Así que antes de llegar a Sol le pego unas voces de ánimo y me vuelvo. El éxito le espera.
En las esquina con Gran Vía espero al resto, primero pasa Ppong, luego Marcos con Nandocañada, Alberto, David Vallejo y Berrocal y poco después mis queridos locos.
Me engancho a su ritmo. Luisito me sorprende haciendo de reportero dicharachero cámara en ristre. Van los tres juntos, van contentos, van felices y confiados. ¡¡Bien!!.
Disfrutamos de la Puerta del Sol, enfilamos Bailén, sufrimos el maldito tunel de Ferraz por culpa de las dichosas procesiones y sin darnos cuenta estamos en la media maratón. Allí recibimos los animos d la mujer de Rafa, Chema y demás. Me confirman que Rafa ha pasado en el tiempo calculado sobre 1h33'. Nos vamos para el parque del Oeste, Avenida de Valladolid (mala cara de Mikel después de meterse el gel) y la cosa comienza a cambiar. Algo tiene la Casa de Campo para este maratón que como un hábil cirujano disecciona al corredor. Al que va pletórico le secciona unos buenos gramos de fuerza y un poquito de moral y al que va justo le cercena sus cálculos previos de tiempos. De alguna forma te desnuda y deja tus vergüenzas al aire para el resto de la prueba. Desde su salida serás como maratoniano lo que tus piernas y tu cabeza hayan entrenado y guardado.
En este punto se nos queda Pepe. Dudo sobre que hacer, me voy con Mikel y Luis unos metros, los advierto, me regreso junto a Pepe y calibro el alcance del mazazo. Primero parece leve un km más tarde parece severo. Prefiero darle aire, él es corredor y experto, se que sabe gestinar los momentos de crisis y decido seguir en busqueda de los más inexpertos.
Les engancho y continuo con ellos bajando por la Avda. de Portugal, ahora empieza la parte más psicológica de la prueba y trato de estimular su ego y su confianza. Luis comienza a dejar de hablar, su cara comienza a ser un poema y veo que será cuestión de tiempo lo que tarde en ceder. Como es un crack el tio aguantará hasta el km 37-38 como un jabato sin bajarse del corcel. Cuando acalambrado ya no puede más.
Sobre el 35 Mikel se nos escapa y me toca hacer honor al madrugón y el esfuerzo realizado. Entre frases hechas y otras recurrentes voy intentando empujar a Luis, obligándole a que no sea de más el tiempo que se detenga. Tengo claro que aquello ya se torna agonía y lo mejor en estos casos es que pase lo antes posible. Curiosa contradicción cuando lo que no puedes es avanzar en la forma que desearías. Cuando antes quieres terminar, más te cuesta dar cada zancada.
En cualquier caso se intenta y se logra y así, casi sin querer, casi sin remedio, pasan los km y nos encontramos en el Retiro, en el Paseo de Coches, oasis de arboleda donde un gentío de personas te empujan hacia delante aunque no puedas con tu alma, Ya solo queda cruzar la meta, respirar hondo, llorar de emoción y sentirse vivo.
1 comentario:
Pues uno debe perderse momentos como los que vivistéis para apreciarlos mejor en ocasiones venideras. A ver si puedo ayudaros un poco en el GTP. Es mi única ilusión de momento.
Publicar un comentario