
Si el atletismo es básicamente un deporte individual a la hora de materializar el esfuerzo y luchar por una meta personal, no es menos cierto que como en cualquier deporte colectivo, la fuerza del grupo en el momento de entrenar es un factor de vital importancia para, no sólo conseguir esos objetivos, sino para disfrutarlo.
Una vez llegamos a la manida dualidad.
El atleta como unidad que debe mantener sus objetivos y el atleta como eslavón que debe adaptarse al gregarismo del grupo.
De un adecuado equilibrio de ambas proyecciones conseguiremos el máximo rendimiento a nuestras cualidades atléticas cimentadas en la estructura del grupo.
Existen casos en que el individuo rehuye el papel gregario y, simplemente desarrolla dentro del grupo su propio entrenamiento personal durante los momentos en que ambos son coincidentes. Normalmente se da en individuos de un nivel medio-alto que entienden los periodos de rodaje tranquilos como una rémora para su progresión.
Tenemos por contra otros individuos que condicionan su evolución natural a la del propio grupo, acomodandose a las pautas marcadas por los demás y progresando en función del nivel de las personas que puntualmente compartan la dinámica.
Es bueno encontrar lo mejor de ambas situaciones. Ser capaces de alimentar nuestra legítima ambición de mejorar, progresar e intentar
alcanzar nuestras metas y, la sabiduría para compartir buena parte de nuestra vida deportiva con los demás, unas veces sufriendo el ritmo de quien nos precede, otras acompañando a quien no alcanza nuestro nivel. Esfuerzo y descanso.
Psiquicamente, el grupo en el atletismo, como en cualquier otro colectivo actua como liberador de nuestras emociones. Encontrando consejo, apoyo, ánimo, competitividad, liberación... un considerable número de situaciones emocionales que nos ayudan como deportistas y como personas.
Personalmente soy partidario de compaginar un yo atleta individual en la soledad de la recta interminable y, un yo gregario compartiendo comentarios durante la parada en una fuente.
¿Y vosotros, que opinais?.
Una vez llegamos a la manida dualidad.
El atleta como unidad que debe mantener sus objetivos y el atleta como eslavón que debe adaptarse al gregarismo del grupo.
De un adecuado equilibrio de ambas proyecciones conseguiremos el máximo rendimiento a nuestras cualidades atléticas cimentadas en la estructura del grupo.
Existen casos en que el individuo rehuye el papel gregario y, simplemente desarrolla dentro del grupo su propio entrenamiento personal durante los momentos en que ambos son coincidentes. Normalmente se da en individuos de un nivel medio-alto que entienden los periodos de rodaje tranquilos como una rémora para su progresión.
Tenemos por contra otros individuos que condicionan su evolución natural a la del propio grupo, acomodandose a las pautas marcadas por los demás y progresando en función del nivel de las personas que puntualmente compartan la dinámica.
Es bueno encontrar lo mejor de ambas situaciones. Ser capaces de alimentar nuestra legítima ambición de mejorar, progresar e intentar

Psiquicamente, el grupo en el atletismo, como en cualquier otro colectivo actua como liberador de nuestras emociones. Encontrando consejo, apoyo, ánimo, competitividad, liberación... un considerable número de situaciones emocionales que nos ayudan como deportistas y como personas.
Personalmente soy partidario de compaginar un yo atleta individual en la soledad de la recta interminable y, un yo gregario compartiendo comentarios durante la parada en una fuente.
¿Y vosotros, que opinais?.