3ª Edición de la Media Maratón de Segovia.
Esta es una de esas carreras que te dejan siempre buen sabor de boca, pese a las cuestas, una carr
era que juega contigo a un escondite excitante trayéndote tras cada esquina una monumental postal. Como un laberinto adoquinado de recios e históricos rincones. Para sentirse deportista y caballero andante, atleta y turista a un mismo tiempo.
Una ciudad que se abre y se muestra, una ciudad que se vuelca hacia esos participantes que jadean en búsqueda de un crono o, simplemente de terminar. Donde la frialdad de antiguas losas rebosan de aplausos y jaleos de un público entusiasta que aderezan la moral del corredor empujándole hacia la meta.
Meta Trajana, Augusta y gloriosa.
Para mí ayer las sensaciones fueron buenas. Me queda la incógnita de saber de que hubiera sido capaz exigiéndome hasta el final. Pero la decisión fue adecuada. Siempre la Doble A.
Ayer quitando esos 2 primeros km. donde hay que concentrarse en coger el ritmo adecuado, algo que puede hipotecarte el resto de la prueba y, donde además sufrí algunos dolores en la parte del tendón de aquiles que me preocuparon fue una delicia correr. El reloj fue saltando vertiginosamente, por momentos me tenía que asegurar que no era un error certificándo los km con los carteles de la organización, a ritmos rápidos pero que llevaba comodamente.
Confieso que disfruté enormemente cuando durante un tramo pude relajarme en la cola del grupo que formábamos contemplando a todos esos compañeros en los que he ido viendo una evolución constante, como un padre que ve jugar a sus hijos en el parque. Puede que hasta con un presuntuoso sentimiento de orgullo.
Así de esa manera, a unos 3, 5 metros, pero con la suficiencia de poder enlaza
r en cualquier momento llegamos al punto donde la carrera picó hacia arriba y abrió el desgaste que propició la brecha que un poco después se haría en el grupo.
A partir de ahí con mayor o menor acierto fue cuestión de hacer piña el trio que quedamos.
Y ciertamente, salvo esos km duros de perfil y de ánimo como son los que atraviesan la zona de la Nueva Segovia se salvaron los muebles muy dignamente.
Podemos estar satisfechos, fue otro día de fiesta.
Esta es una de esas carreras que te dejan siempre buen sabor de boca, pese a las cuestas, una carr

Una ciudad que se abre y se muestra, una ciudad que se vuelca hacia esos participantes que jadean en búsqueda de un crono o, simplemente de terminar. Donde la frialdad de antiguas losas rebosan de aplausos y jaleos de un público entusiasta que aderezan la moral del corredor empujándole hacia la meta.
Meta Trajana, Augusta y gloriosa.

Para mí ayer las sensaciones fueron buenas. Me queda la incógnita de saber de que hubiera sido capaz exigiéndome hasta el final. Pero la decisión fue adecuada. Siempre la Doble A.
Ayer quitando esos 2 primeros km. donde hay que concentrarse en coger el ritmo adecuado, algo que puede hipotecarte el resto de la prueba y, donde además sufrí algunos dolores en la parte del tendón de aquiles que me preocuparon fue una delicia correr. El reloj fue saltando vertiginosamente, por momentos me tenía que asegurar que no era un error certificándo los km con los carteles de la organización, a ritmos rápidos pero que llevaba comodamente.
Confieso que disfruté enormemente cuando durante un tramo pude relajarme en la cola del grupo que formábamos contemplando a todos esos compañeros en los que he ido viendo una evolución constante, como un padre que ve jugar a sus hijos en el parque. Puede que hasta con un presuntuoso sentimiento de orgullo.
Así de esa manera, a unos 3, 5 metros, pero con la suficiencia de poder enlaza

A partir de ahí con mayor o menor acierto fue cuestión de hacer piña el trio que quedamos.
Y ciertamente, salvo esos km duros de perfil y de ánimo como son los que atraviesan la zona de la Nueva Segovia se salvaron los muebles muy dignamente.
Podemos estar satisfechos, fue otro día de fiesta.