miércoles, 4 de diciembre de 2013

Pequeños objetivos personales.

Como ahora estoy en periodo de recuperación toca buscar un poquito de motivación en forma de proyectos ya que las piernas no dan para demasiadas satisfacciones. Toca pensar un futuro mejor y tener decidido que harcer con el cuando llegue. 
Para esto no hay nada mejor que buscarse algunos pequeños objetivos o proyectos que estimulen nuestro deseo de alcanzarlos. Así será más fácil vencer al desánimo.
Por lo pronto me he planteado un entrenamiento específico en solitario para encontrar los ritmos y los terrenos que el cuerpo o mi ánimo me pidan. Unas veces adaptado a ellos otros en clara rebeldía porque sí, porque hay que espabilar los músculos y el espíritu.
Pequeñas victorias, sencillas que nos empujen a la siguiente zancada.
Pero, como decía a modo de estímulo he decidido buscar un grupito de pequeñas o medianas rutas, cercanas a mi, conocidas en algunos casos o nuevas en otras ocasiones. Con el espíritu de recorrerlas en solitario o en compañía de algún eventual amigo distinto cada una. 
Estas son algunas posibilidades:
Seguro que hay muchos tanto o más interesantes que estos. En general he buscado recorridos asequibles de 10 a 20 km, excepto el del embalse de Santillana que calculo de unos 30 realizándolo desde Manzanares y la mayor parte de ellos sin cotas demasiado elevadas para evitar las complicaciones del hielo o la nieve.
En fin, una pequeña forma de mantener el ánimo algo más elevado.

martes, 26 de noviembre de 2013

Entreno solitario y tratamiento de lesiones.

Cuando uno esta lesionado. Cuando sufre molestias que no le permiten desarrollar su zancada habitual o más aún, cuando estamos recuperándonos de una lesión severa el entrenamiento en solitario considero que es no sólo aconsejable, sino necesario.
Entrenar en grupo es ideal cuando estamos en plena forma. Por exceso y por defecto. Unas veces porque nos obliga a forzar en pos de quien nos precede logrando mejorar nuestra potencia y resistencia. Otras porque nos "calma" ralentizando nuestros ritmos cuando nuestras piernas piden batalla pero nos adaptamos al ritmo del conjunto.
Pero, cuando el físico no acompaña, hacer los kilómetros que necesitamos, al ritmo que nuestro cuerpo requiere, con las pausas que sean precisas es lo aconsejable.
Pasa que en las salidas grupales, la ruta y el ritmo no siempre lo elegimos nosotros. Es muy difícil sinceramente renunciar a completar lo que los demás realizan. 
Así sucede que vamos forzando. Que renunciamos a darnos la vuelta cuando nuestras sensaciones no acompañan. Que es imposible parar a realizar un estiramiento que nos pide el cuerpo a riesgo de perder a quien nos precede.
Puede ser ocasionalmente más aburrido, pero a veces es lo que toca, lo debemos asumir y, realmente nos vendrá bien.


domingo, 17 de noviembre de 2013

Búsqueda.

Aunque en algún momento he dudado entre acudir a la quedada del grupo o salir en solitario lo tenía claro, era algo que necesitaba. Necesitaba escuchar mi cuerpo, sentir el monte y sacar mis pensamientos. 
Salir en grupo es divertido. La doble A está presente en mi día a día, pero hoy tocaba otra cosa. Sensaciones propias, ritmos propios.
Dejo el coche en la Fonda Real y me pongo en camino. La temperatura 1º centígrado y nieve húmeda cayendo del cielo.
Me pongo en camino por la pista que discurre paralela a la carretera que finaliza en el embalse del Navalmedio. Me acompañan una pequeña mochila y mis palos de senderismo. Para mi, acarrear los palos suponen un chip instantaneo de ritmo trailero, justo lo que necesito hoy. Chip de "montañero" arraigado en muchos días de paseo por tierras asturianas. Los palos me dan la fuerza suplementaria para afrontar las subidas y me ralentizan lo suficiente en las bajadas como para no comportarme como un alocado runner.
Así, con ese discurrir poco a poco voy cogiendo ritmo. El que mis piernas necesitan. El que desde unos meses atrás a esta parte no termino de encontrar desde la lesión que sufrí días antes de Zegama.
¿Será hora de parar?. Puedo considerarme afortunado. Desde 1989 mis zancadas han discurrido día trás día. Atrás han quedado esguinces, periostitis, un quiste de backer, alguna sobrecarga y... ¡poco más!. Cuando vuelvo la mirada soy consciente de que realmente poco me puedo quejar. Aún así, estamos tan acostumbrados a disfrutar con la intensidad de nuestro esfuerzo que sentirnos membrados de facultades nos afecta enormemente.
Los años no pasan en balde. Nuestra capacidad de recuperación disminuye. El desgaste físico y mental... ¿merece la pena seguir al 40, al 60 o al 80%?. Esa pregunta cada vez acude con mayor frecuencia a mi interior y cada vez me cuesta más contestarla.
Pero aquí estoy hoy buscando respuestas. Dejo la puerta que impide el paso del ganado cerrándola trás de mi y giro a mi derecha para comenzar la subida que me llevará al Ventorrillo. Me giro para disfrutar de la imagen del embalse recibiendo los copos y continuo el ascenso por el desvío de la izquierda que poco más tarde se convierte en una estrecha senda de zetas que es una trailera conocida como el carril del miedo. Las jaras y la retama dejan en mis piratas sus depósitos de nieve. El paisaje se vuelve más bonito a cada zancada, a cada metro de altitud ganado.
Ventorrillo. La nieve ha pasado a ser polvo desde hace un rato. Me encamino hacia el camino del Calvario con la idea de bajar por el árbol encadenado. En uno de los giros de repente un emocionante encuentro con tres jóvenes corzos. Los dos primeros trepan rápido pendiente arriba. El tercero queda unos segundos detenido, igual que yo en ese instante. Nuestras miradas se sostienen, ambos nos sentimos seres de la montaña en esos instantes hasta que el animal ágil y raudo sigue a sus compañeros. Respiro aire profundamente y reanudo mi camino.
Cuando llego al desvío del árbol encadenado decido seguir un tramo. Me encuentro bien y apenas llevo algo más de 4 km. Decido seguir la subida hasta los 5. Ahora piso ya una capa de unos 10 cm de nieve en algunos momentos. Escucho el crujir de los cristales de agua en mi avance. Subo hasta el final de la pendiente, justo cuando se gira a derechas y hay un pequeño claro que precede al comienzo del camino con sus tapas de canalización. Ha parado brevemente de nevar. No se escucha sonido alguno. El viento ha amainado. Todo es quietud, silencio. Saboreo nuevamente estos instantes.
¿Soy un empecinado al continuar saliendo en estas condiciones físicas?. ¿Parar totalmente es la solución?. En todo este tiempo aflojar, moderarse, siempre fue suficiente. Aprendí a convivir con molestias y mi cuerpo se adaptó a las circunstancias. ¿Pero será siempre igual?. ¿Es esta vez diferente? ¿cuál es la profundidad de la herida?. ¿Tiene remedio?.
Vuelvo sobre mis pasos. Disfrutando de la moderada pendiente de bajada. Me reencuentro con mis propias pisadas. Me muestran una zancada regular y alegre, Pero sobre todo firme, profunda. Quizá esas mismas zancadas me esten dando la respuesta. O al menos el camino. Si me llevaron hasta aquí como dice mi compi del alma quizá no sea "tiempo de dudas".
Alcanzo enseguida el desvío del árbol encadenado y desciendo utilizando los palos como freno en una pendiente más pronunciada. Me cruco con unos paseantes que ascienden y me dirigo al rio. Esta vez decido no mojarme los pies y eligo cruzar por el viejo campamento y el puente de madera. A poco de coger la senda la montaña me responde. Lo hace mostrándome una paleta de colores verdes de musgo, ocres de helechos secos, marrones de hojas, blancos de nieve, grises de piedra... el rumor del agua me traslada la respuesta que el viento amplifica. Me detengo en un rincón del bosque, escucho y contesto ¡¡¡Prisiiiiiiiiii!!! grito con todas mis fuerzas, como buscándome a mi mismo. Dichoso de haberme encontrado.
El sendero discurre paralero al pequeño cauce, una continuidad de pequeños toboganes repletos de troncos caidos, piedras con musgo, hojarasca, todo ello manchurreado de nieve. Es por esto que estoy aquí. Es esto lo que me llevo hasta aquí. Es esto lo que hará que no me rinda. Porqué no todo es ponerse un dorsal. No es sólo competir. No es necesario darlo todo cada día. Tan sólo se trata de formar parte. En la medida de tus posibilidades. Deprisa o despacio. Sentir, vivir, latir con cada giro del camino, con cada viento racheado y disfrutarlo, no por hacerlo mejor o peor, sino por formar parte de ello.
Así continuo descendiendo hasta la salida del embalse. Nuevamente me detengo para respirar profundo y admirar el paisaje. Tomo unos metros de carretera hasta tomar el primer desvío ancho que sale a la izquierda donde enlazo con la pista. Desde aquí al coche un discurrir tranquilo. Sosegado, pleno de paz.
Estoy muy contento. Apenas son las 10 de la mañana y ya le he sacado mucho a este día. 

Track de hoy


martes, 12 de noviembre de 2013

A mal tiempo...

Aunque la recuperación de la lesión no va todo lo bien que yo quisiera.
Aunque me toque como en la canción ir "un pasito p'alante María, un pasito p'atrás".
No dejo de pensar objetivos e imaginar escenarios más favorables donde no sólo disfrutar de este deporte, sino de esta forma de vida en todas sus vertientes. A tope con la Doble A.
Cuesta. cuesta horrores vencer el desánimo que logra eventuales victorias como la de esta tarde. Pero la llama sigue viva en mi interior y precisa leve yesca para prender con fuerza. 
Mi cabeza bulle cuando mis piernas descansan. Y cuando estas se recuperen espero que logren estar al nivel que mis sueños muestran.



miércoles, 16 de octubre de 2013

GTR50 a mi viejo estilo.

Este pasado sábado tomé parte en la Guadarrama Trail Race en su versión de 50 km que finalmente fueron 61.
En cuanto a la carrera en sí, en su vertiente organizativa y dada la polémica de las últimas semanas con cambios de recorrido, kilometraje e incluso de reglamento, merece al menos mi opinión en unas líneas.
Personalmente supuso una decepción dadas las expectativas que me había creado: Circuito formado por varias pruebas a nivel nacional, un recorrido atractivo, una web sugerente... se esperaba más. Con todos los líos mencionados al final, escasa participación en las pruebas más largas, y unos medios muy limitados para sacar la prueba adelante.
Los avituallamientos limitados: agua, gatorade, alguno con red bull, geles de fruta, plátanos y en Navacerrada caldo y pasta para los de la carrera de 90. Con la señalización yo no tuve problemas, pero es cierto que hubo varios momentos de duda y sobre todo algunos cruces donde costaba encontrar la cinta y sobre todo, ningún voluntario en estos lugares. Sólo las fuerzas del orden en los cruces de carretera. Tampoco hubo ningún control más allá del paso por las alfombras que leen el chip. Hasta la Barranca pude ver picas señalizando clavadas en el suelo, desde allí sólo cintas en ramas y demás. Me llamó la atención no encontrar a nadie controlando en el tramo del puerto a navacerrada, hubiera sido muy fácil evitar citores y bajar por la tubería por ejemplo. De igual modo que el tramo de cerro piñonero, cabeza lijar, collado de la mina que si alguno se pone lo hace por la pista en lugar de por las cimas... Menos mal que cada uno íbamos a lo nuestro y que competimos contra nosotros mismos de tal forma que un engaño es un fraude personal. En resumen, un aprobado general llegando al bien si somos generosos y sobre todo agradecidos de que la meteo fuera benigna.
En cuanto a mi carrera la verdad es que terminé contento. Tal y como esperaba terminé justo de fuerzas pero administré las que tenía para llegar a meta que en cualquier ultra es la máxima.
El día amaneció fresco y cuando a las 7:15 dejé el coche para buscar a mi compañero Alberto que estaba tomando un café en Cercedilla el termómetro marcaba 4º. Cuando llego a la churrería me encuentro la sorpresa de que Mikel, Chorry y Dioni también están allí con su dorsal dispuestos a correr cuando yo pensaba que solamente nos animarían.
A las 8 de la mañana tomamos la salida poco más de 100 participantes (140 creo que dijo el speaker) y camino del polideportivo de Cercedilla contemplamos a nuestro purasangre "Lluvio" colocarse entre los 10 primeros lugares. Al principio cierro nuestro grupo pero poco a poco en cuanto dejamos el asfalto y pisamos el campo voy ganando alguna posición.
Y ya desde ese momento me quedé solo, haciendo mi carrera, sin mirar atrás. Creo que estaba tan mentalizado de que fuera así, convencido como estaba de que sólo seríamos Alberto y yo, que mi cabeza no se planteó otra opción.
Y disfruté. Disfruté como un enano de la soledad. Es lo que más me ha gustado de esta prueba que dado el poco número de participantes muchos tramos fueron en solitario, lo más con otro corredor en la distancia por delante o por detrás. La subida por el Navalmedio fue una delicia, fresca, contemplanto el vaho salir de mi boca y el vapor de mi camiseta. Lo hice prácticamente corriendo y en menos de una hora estaba en el puerto. Desde ahí la subida por la pista del telesilla hacia la virgen de las nieves y después hacia la Bola del Mundo. Yo y mis pensamientos. La pierna bien, las fuerzas intactas. El único pero dolor intestinal.
Una vez que alcanzo la cima de la prueba, comienzo el descenso. Sin ir todavía suelto he mejorado una vez que me voy olvidando de la lesión aunque aún me acompaña la inseguridad. Cuando llego al collado ya voy muy molesto de la tripa así que en cuanto bajo un tramo y puedo echarme a un lado me detengo para aliviar la molestia.
Me reintegro al recorrido con algunas posiciones perdidas, pero sorprendentemente veo que a pesar de no bajar rápido son tantos lo puestos que pierdo como los que recupero. Así poco a poco alcanzo el tramo que me lleva a la fuente de la campanilla y a la pista de la barranca. El que más disfruté. Durante este tramo me encontraba realmente bien. Animado, iba susurrándome a mi mismo "vamos Joséma, "jaide jaide!!". Por momento tenía la sensación de que iba a ser una gran día. Alcancé el Hotel de la Barranca, rellené el botellín del agua y a correr.
Y corrí a buen ritmo. Controlando no pasar las 150 pulsaciones por minuto que era el tope que me había fijado. Pero corrí porque este tramo también me debía una de aquel GTP donde las ampollas no me lo permitieron por más que mis piernas querían. Sobre las 11:40 llegué al avituallamiento de Navacerrada.
Toca beber agua, tomar un gel, comer algo, beber y de nuevo en marcha. Arrancamos 3-4 corredores juntos, cruzamos la carretera y afrontamos una cuesta que hace un par de semanas recorrimos con los tractores. La subo toda trotando, sin cebarme pero sin andar y me encamino al tramo desconocido que nos llevará a los Molinos. Este tramo fue muy divertido con algún tramo pistero y otros de senda estrecha entre jaras y matorral bajo que resulto muy interesante de cara a futuros entrenos. Cuando me quiero dar cuenta aparece ante mi un cartel de la "Fan Zone de los Locos del Cerro" no puedo evitar gritar ¡Aupa Locos!. 
Y ya sabemos como son estas cosas, de repente la piernas pesan un poco más, el ritmo algo más plomizo pero mi ánimo sigue intacto. Llego al avituallamiento pirata de los Locos donde Angel y Quique me animan y me ponen al tanto de como van los demás y donde Gonchu se apunta para acompañarme un rato y hacerme unas fotos.
Este tramo fue el más feo, varias urbanizaciones, cruces de carretera y llegada al avituallamiento de los Molinos. Hasta allí había corrido continuamente salvo la subida a bola y algún tramo complicado de bajada. Desde allí tocaba la otra carrera, la ultrera de toda la vida, la del caminar-correr.
Pasamos unas fincas donde están cazando, nos metemos una una pista árida que sube, baja y vuelve a subir ya seriamente para cruzar la vía del tren y buscar la peña del Arcipreste. Cada vez me apetece menos echar a trotar aún en tramos sombreados y más llanos, hay que llegar a los Leones y  prefiero guardar para el tramo final.
Asciendo a buen ritmo, bien acompañado y cruzamos la N6 para llegar al avituallamiento. Aquí me encuentro con Ricky, Ana, Alex y Chema que ha decidido dejarlo, además de algunas locas que están animando.
Arranco y al poco adelanto a Alex y compañía y aprovecho para recordar tantas y tantas subidas por este tramo con mi querido Angelymabel. Así se sucede Cerro Piñonero, Cabeza Lijar, Collado de la Mina y La Salamanca. Ahora toca un tramo de descenso que aprovechamos para trotar donde el terreno lo permite ya que es muy irregular. Seguimos alcanzando algún corredor del la versión de 30 y comienzo a pisar el tramo que desconozco y que me llevará a la Naranjera y Abantos. En el tramo de ascenso a la Naranjera es donde peor lo paso, en algún momento con el calor de la hora, el desgaste y la pendiente me entran tentaciones de parar a tomar un poco de resuello, pero persisto en mi zancada pese a esos momento de debilidad que me noto.
La subida a Abantos la hago mucho mejor, de nuevo cogiendo ritmo caminando y trotando cada vez que puedo aunque sean unos cuantos metros. Quiero tener fuerzas para bajar ya que se puede hacer muy largo y por la lesión y los km acumulados es lo que más me preocupa. Por fin el panel y la antena de la cima y comenzamos el descenso, al principio algo torpe pero poco a poco voy ganando agilidad y ritmo. Es inevitable algún traspiés y algún susto por el cansancio a estas alturas. Cada Z que abordo lo hago con las ganas de acercarme a la meta. Por fin cruzamos un tramo de carretera, luego otro y cuando parece que nunca llega por fin el casco urbano. Pero unos metros antes uno de los mejores momentos del día. El encuentro con Carlos que está en el GTR30, quedan dos kilómetros y medio a meta y vamos a poder hacerlos juntos después de los meses que llevamos "entrenando juntos". 
Antes de entrar en la lonja aparece el gran Rafita, que nos abre camino junto a Gonchu y ya en la última recta los gritos de ánimos de nuestros familiares y amigos, giro a la izquierda y ¡¡ya está!!. Reto conseguido.
Como podéis ver mi carrera se dividió en dos. Hasta los Molinos donde fui suelto y dentro de mi estilo de siempre. Desde los Molinos a meta donde fui al ritmo que obliga estas pruebas. Lo importante, que la mentalidad fue positiva en ambos tramos.
Finalmente, mención especial y mi sincero agradecimiento a ese escudero leal que se ha aficionado a prestarme sus ánimos y su apoyo en las últimas ocasiones. Gracias.

Foto de salida cortesía de Mayayo y Cabeza Lijar: Gonchu

miércoles, 9 de octubre de 2013

Otra vuelta de tuerca.

Hoy no he podido evitar acordarme de aquél 22 de mayo cuando realizaba el último entrenamiento previo a la Zegama-Aizkorri. Aquellas molestias en la pierna en las últimas sesiones que no terminaban de decantarse hacia la lesión o hacia la simple amenaza. Esos dos kilómetros finales donde el dolor fue acrecentándose hasta terminar renqueante y preocupado.
Luego, a la mañana siguiente la cojera y el dolor al bajar las escaleras cayó como una losa sobre mis ilusiones para aquél fin de semana. Estaba evidentemente lesionado. 
Desde entonces un largo camino de apariciones y retrocesos. De intentos escalonados donde hoy parecía que sí y mañana que no.
Descanso, paseos, intentos de trote y de nuevo paseos. Primeras zancadas torpes y dolorosas. Preocupación al pensar que el camino es más tortuoso de lo esperado. Tristeza al pensar que quizá ya nada vuelva a ser igual.
Y con el tiempo poco a poco la continuidad. Con más pena que gloria sumo kilómetros, cualquier ritmo vale, todo suma. Así hasta que por fin la zancada comienza a ser más natural y de nuevo se puede decir que vuelvo a correr. Y con la continuidad poco a poco los ritmos mejoran. Durante muchas semanas las pulsaciones se disparan. Hasta que un buen día las sensaciones son otras. Sin darte cuenta de como y sobre todo porqué subes un peldaño y lo que antes era un tortuoso recorrido se vuelve más afable.
Hoy estoy a poco más de 48 horas de ponerme un dorsal para participar en la Guadarrama Trail Race en su versión de 50 (que serán realmente 60km). 
La lesión ya es sólo molestia. Leve que aparece bajando algún escalón o en alguna zancada durante los entrenamientos. No puedo confiarme porque no me ha dejado, pero viendo de donde vengo debo ser prudente pero al mismo tiempo puedo estar esperanzado. Así he realizado esos kilómetros de hoy. Sintiendo el camino y "escuchando" a la pierna. Contento de ver que respondía, atento ante cualquier síntoma de dolor.
Tengo la ilusión de poder afrontar la carrera sin más limitaciones que la del paso de las horas y el desgaste de mis fuerzas. Sé que en distintos momentos molestará, amagará y recordaré todo esto pasado. Sé que llego justo de forma y que se me hará lejana la meta. Pero espero poder pasar página, completar el reto y mirar adelante con renovadas ilusiones.
Le daremos a este gastado cuerpecillo otra vuelta de tuerca.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Canción de viejo rockero.

Una vez más, y van.... me resisto a abandonar. Tras los dolores y el desánimo de la lesión basta poquito, muy poquito para volver a pelear. Para subir de nuevo al escenario.
Ya la voz no acompaña igual y los movimientos son menos y más pausados. Pero el espectáculo debe continuar.
Después de la mala suerte en Zegama donde a falta de pocos días me lesioné. De la épica del MAM, donde tocó terminar como se pudo, el cuerpo me pedía un nuevo intento. Esta vez con la esperanza de poder afrontar la prueba sin más dolores que los habituales.
Sé que llegaré falto de forma, de fondo y de fuerza. Pero no he podido resistirme al imaginarme alcanzando la meta en El Escorial y regalarme este nuevo desafío. 
Contracorriente, porque ahora la filosofía de "ir sólo a terminar" no se lleva entre mis amigos. "Hay que darlo todo, salir a por todas". Tanto, que hay quien que, si es por terminar ni siquiera afronta una carrera. 
Para mí, lograr acabar, corriendo lo mejor que pueda, sin más limitación que las de mis propias fuerzas físicas y la táctica de mi cabeza me vale. 
Quiero una meta real. Lograda sin limitaciones físicas de salida. Así que el próximo 12 de octubre pelearé por ella.

lunes, 8 de julio de 2013

Reciclaje.

"¿Que son tus piernas?
 muelles, muelles de acero
¿ y que van a hacer?
llevarme a toda velocidad
¿a que velocidad puedes correr?
A la de un leopardo
¿y a que velocidad vas a correr?
A la de un leopardo
¡pues veamos como lo haces!..."
Gallipoli (1981 Film)

Hace años disfruté de esta película en las que la amistad y el atletismo no pueden evitar un desenlace dramático.
Hace tiempo que buscaba ese dialogo y esas imágenes.
En cierto modo me acompañaron desde entonces y, aunque mis piernas no son de acero, puedo considerar que mi voluntad fue lo suficientemente resistente para haberme llevado desde entonces hasta aquí.
¿Y ahora qué?. Quizá toque reinvertarse. Soltar amarras y volver a empezar.
Cuando ya no se tiene nada que enseñar, aún queda un mundo por aprender.
He tenido la oportunidad de leer en otro blog que sigo una entrada realmente interesante que me ha hecho reconsiderar el camino.
Quizá estemos demasiado apegados al éxito,  a la medalla de finisher, a la camiseta de meta, alimentando nuestro ego.... Al final todo se resume en llegar, en lograr el objetivo. Llegar solamente. Llegar por encima de todo. Hipotecándolo todo... y nos olvidamos de que el deporte es mayormente un juego.
Si la vida no se puede concebir sin la muerte, el éxito estará irremediablemente ligado al fracaso, puntual al menos. Quizá haya que recobrar la mentalidad del niño que juega por divertirse, sin las cadenas del resultado.
Habrá que salir al camino a entrenar con intensidad y plantearse los retos futuros con rigor, pero sin olvidarse de divertirnos y ser conscientes que la moneda al aire puede caer de cualquiera de los dos lados, ¡que ese sea el desafío! ¡retar a la suerte con ilusión e incertidumbre!. Disfrutar de la cara y de la cruz como parte del juego. Lo vivido nos lo llevamos para siempre.
Quizá sea ese el camino. 
Pero para ello antes toca recuperarse.

viernes, 5 de julio de 2013

Ritornare, je vais, ich werde, tornaré, Волвере, volveré.

Hoy las circustancias no eran las mejores para probar la evolución de la lesión.
34º de temperatura a las 20:00 y un par de cuestecillas que ahora son un puerto con terreno arenoso y seco por delante. Pero los días van transcurriendo y el sedentarismo es un peligro inminente. Tengo que evitarlo.
No voy a describir ni las sensaciones, ni el tiempo que he tardado o el ritmo, ni la evolución de la lesión.
Se acaban las crónicas emotivas y sensibleras. No más quejarse.
Sólo diré que conseguí llegar hasta aquí:


Es el primer día de la cuenta atrás para regreso, llegue cuando llegue. Ahora toca cuidarse para recuperar. Con paciencia y tiempo el dolor se marchará y regresarán la fuerza y la confianza.
Será momento de correr como tantos proclaman. Sin mirar atras, sin gregarismos. Alcanzar el límite sin entender de amigos durante la carrera, sólo rivales desde la primera a la última de las zancadas. Volver al instinto de apretar cuando adivinas la debilidad del acompañante. A ese "correr o morir". A la competición pura. 
Será cuestión de tiempo. Pero volveré.


lunes, 1 de julio de 2013

MAM 2013. Superviviente una vez más.

Afrontar una carrera mermado no es probablemente la más inteligente de las opciones que uno pueda tener, pero a veces las circunstancias obligan y no queda sino al menos intentarlo. Donde no llegan las condiciones físicas tiene que surgir la entereza, el orgullo o el compromiso simplemente.
Intenté llegar lo mejor posible a la cita del MAM después de la carrera de Zegama. Descansé una semana completa, rodé 3 días en la siguiente suave pero con dolor y, de nuevo la última, fue de descanso total intentando mitigar el dolor y dejar los resquicios suficientes a la recuperación.
Así que, cuando se dio la salida a la prueba me encontraba otra vez en la tesitura de remar contracorriente. Las molestias nuevamente surgieron desde los primeros metros. Afortunadamente el mam afronta una primera hora y media prácticamente de subida hasta Guarramillas y subiendo la pierna respondía. Por momentos me encontré fenomenal, acompañado de Angel y mi compañero del alma Biri casi hasta la llegada al puerto. Tanto que cuando se me escaparon unos metros, pensaba que si la cosa seguía así, acabaría dándoles alcance con el paso de los kilómetros. 
Desafortunadamente en cuanto llegó la hora de bajar la Loma del Noruego las esperanzas se fueron al traste. Nuevamente cada apoyo era una lanzada en la parte posterior del muslo. Retener me contracturaba el músculo, pero no podía relajar ni alegrar la zancada porque no tenía confianza en sujetar correctamente la rodilla si tenía un traspiés. Ahí comenzó mi calvario, la conciencia de lo que me esperaba y la pérdida de puestos y ánimos sin remisión.
Cotos fue como siempre un oasis en modo de avituallamiento y aliento de los amigos. Pasados unos minutos arranqué a la búsqueda de Peñalara. Pero ¡oh sorpresa! ¿donde quedaron las fuerzas?. De repente tomé conciencia de la falta de entrenamientos en estas 3 semanas pasadas. Pasito a pasito tocó subir , siguiendo el trenecito que formamos entre varios corredores por la estrecha senda y sin agilidad alguna para adelantar. Así alcanzo Peña Citores donde el gran Ivan está fotografiando a los corredores al paso por un nevero. 
Llegar a Peñalara fue bastante penoso, sin chispa alguna, ni siquiera hice ademán de trotar en terreno favorable, que es poco ya que mayormente es piedra lo que pisamos o esquivamos en este tramo. Pero sea como sea, alcanzo la cima de la Sierra del Guadarrama para volver a sufrir como un perro en la bajada.
Primero me preocupo de no caer en ese primer tramo tan delicado lleno de apoyos irregulares. Se que es un kilómetro o poco más y que luego llega la pista que de Dos Hermanas baja a Cotos de nuevo. Confío en poder correr en ese tramo y recuperar algo en la bajada pero me es imposible. No puedo coger velocidad. En cuando hay algo de pendiente tengo que caminar. Me adelanta Josegym que desde atrás viene remontando y al que se le ve muy entero. Y para colmo la tripa no está bien, comienzo a tener mal cuerpo y escalofríos...se me junta todo y aparece Ivan como una muleta donde apoyar mis penas y contrarrestar mis dudas. El encuentro con Max y su familia fue ilusionante, le esperaba en Peñalara como el pasado año y cuando ya no contaba con verle casi llegando a Cotos apareció. Poco antes del avituallamiento unos aseos públicos salvadores me quitaron del medio un problema y se produjo un pequeño milagro. Sinceramente entré allí con la intención de abandonar y salí mucho más recuperado. El parón, el aligeramiento y refrescarme en el lavabo, obviamente me vino muy bien y mis pesimistas ideas del camino ya no eran tan firmes.
Además apareció mi hada de la guarda ese día. Mi gran amiga Arantxa con la que tuve unas palabras sinceras e intensas y sin cuyos ánimos y determinación no sé que hubiera pasado. Ella me empujó, me insufló las ganas suficientes para intentarlo y me hizo recordar que un chaval de 11 años me esperaba ilusionado para recorrer conmigo los últimos metros. Ese pesamiento me emocionó varias veces durante la carrera y se convirtió en el clavo ardiendo al que asirme.
Así que con la mentalidad de llegar a meta, aunque fuera caminando salgo de Cotos con la compañía del gran Harry. A los 500 metros me dice que va sin fuerzas y le comento que se lo piense, que dentro de 30' estaremos en plena subida y será tanto problema subir como volverse y que nuestros amigos se marcharán de Cotos enseguida. Decide volver sobre sus pasos. Este no será su día pero le esperan otras batallas.
En este terreno hacia el paso del arroyo, puedo de nuevo trotar. No sólo consigo alcanzar algún corredor sino que en el tramo de toboganes hacia los tubos incluso les dejo atrás. Mi convicción a crecido, mi fuerza interior también. Esta es mi carrera y las he visto de muchos colores. Así con estos pensamientos voy por la zona arbolada que precede a la imponente subida cuando a mis espaldas llega una bala con zapatillas. Es Iván que ha decidido acompañarme expontaneamente hasta Navacerrada. Vadeamos varios pasos de agua y barro delicados por los resbalones y como otras tantas veces alzamos la mirada y la cima de Cabezas de Hierro nos abruma. Esta es una subida realmente especial, seguro que otras carreras las tienen más duras por pendiente y metros de desnivel, pero es "la subida" del MAM. La que pone a cada uno en su sitio, la que te da y la que te quita. Durante 50-60 minutos no dejas de ascender en un rosario de almas en pena con sus pensamientos. Se ven reventones del 12. Aquí se miden realmente tus fuerzas.
Después de ese serpenteo por terreno de granito, de regueros de agua y de piedras machacadas, se llega al asalto de un canchal vertical donde tienes que ir trepando de bloque en bloque, buscando apoyos, tirando de brazos, aspirando el aire que intenta evadirse en la altitud hasta alcanzar la ansiada cima.
Aquí me esperaban los ánimos de mi gran amigo Gonchu. Que desde hacía días aguardaba con gran ilusión el momento de acompañarme hasta meta. A veces sucede y uno no sabe realmente porqué, que las personas le cogen cariño a uno, sin saber muy bien lo que uno hizo ni el motivo. Pero esto es así, y Gonchu deseaba por los motivos que él sabrá compartir conmigo este tramo de viaje aquel día. Con ilusión. Casi con devoción. Como una promesa dada. Y yo, sinceramente se lo agradezco de todo corazón.
Así, tan bien escoltado, casi protegido, por Ivan y Gonchu afronte la bajada de Cabezas con mucha dificultad para mi pierna por la inestabilidad de los apoyos. Sin ningún estilo montañero, pero a fin de cuentas bajé que es lo que trataba. En el tramo de Valdemartín trote lo que pude. Realmente eran pequeños arreones que me permitían dar una sucesión de zandacas hasta que la musculatura se cargaba o simplente llegaba un paso de piedra o una bajada donde no me quedaba otra que caminar. De este modo antes de lo esperado, entre foto y ánimos de mis amigos,  de nuevo estoy alcanzando Bola. ¡Ya queda menos, ya casi está!.
Bajar de Bola al puerto por la pista fue un suplicio. Frenar en esta pendiente, aguantar con la pierna tocada hacía que cargara las articulaciones de la pierna buena y llegara el momento en que temiera fastidiarme las dos. Así alcancé el puerto donde volvían a estar esperándome para darme ánimos un grupo de amigos, Carlos, Chorry, Chema, Arantxa... me emocioné sabiendo que estaban renunciando a ver a otras personas más importantes para ellos que en esos momentos estarían llegando a meta por arroparme a mi, por hacerme llegar su aliento. Porque sabían lo que me estaba costando. Eso es inolvidable.
Avituallo y ya quiero bajar. Ya lo tengo conseguido, es cuestión de un puñado de minutos más o menos. Me espera mi familia y sobre todo mi hijo que tiene la ilusión de correr conmigo los últimos metros. Ese pensamiento es el mejor de los geles. De los isotónicos y me permite hacer una bajada digna por el regato del puerto. Acompañado de Gonchu consigo mantener un ritmo majete. Interrumpido solamente por los pasos delicados donde freno y camino. Pero en cuanto puedo vuelvo a trotar, con continuidad. Me voy creciendo y dentro de todo lo padecido vuelvo a sentirme corredor. Lamentablemente la alegría no es completa y a falta de unos tres kilómetros la pierna dice basta. Ya no me deja trotar aunque lo intente. Solo caminar. Vuelvo a ver como me sobrepasan corredores después de haber disfrutado de una bajada en solitario sin que nadie me alcanzara.
Alcanzamos a escuchar la megafonía de meta. Última bajada de gran pendiente, cruce de arroyo y al levantar la mirada la camiseta de los Cachorros del Cerro y la figura de mi hijo que se apresura a recibirme. Me contarían después que ya no le quedaban uñas que morder en la espera y que ansioso como estaba en meta tuvieron que acercarlo al recorrido en mi búsqueda para aplacar sus nervios (Gracias Carlos y Chema por estar tan pendientes de él).
Ahora sí, ahora de su mano ya la pierna duele menos. Carlos y Chema se quedan atras viviendo el momento. Gonchu quiere acompañarnos pero discretamente pasa a un segundo plano. Como le escucho decir a mi alumno aventajado (y vaya si lo eres) "este es nuestro momento". Hijo y padre recorremos esos últimos metros para cruzar una vez más la meta... y van un montón, ¡¡y van todas!!. Ahora sí, ahora puedo entregar y recibir ese abrazo a mi pequeño que había saboreado desde tantas horas antes.
Fue muy emocionante. Veros a todos las caras, espejo del alma. Ese fue el mejor de los trofeos, la mejor de las marcas. Esas caras de ojos vidriosos, cargadas de emoción. Repletas de amistad y sincera admiración es lo mejor que puedes recibir cuando finalizas una jornada como esta. Por momentos así merece la pena aguantar en las duras. Gracias a momentos así un deportista se curte, se hace y es más fácil no rendirse en la siguiente batalla.
Gracias a todos amigos.

viernes, 7 de junio de 2013

Primero las palabras, ahora las imágenes.

Hoy he podido disfrutar de una gran sorpresa. 
Os dejo el maravilloso video Oficial de la Zegama Mendi Maratoia. En el se puede contemplar la perfecta comunión que existe entre público y corredor en esta prueba y la majestuosidad de sus paisajes. La mezcla de ambos hace que esta sea una carrera que sea un sueño para quienes desean correrla e inolvidable para quienes tienen la ocasión de lograrlo.
Espero que lo disfrutéis tanto como yo.

http://youtu.be/PBc2BDtIScc



domingo, 2 de junio de 2013

La fuerza del corazón (Zegama 2013).

Son poco menos de las nueve de la mañana en la plaza de Zegama. Suena la melodía del Aurresku que la organización dedica a los participantes. Queda apenas nada para que las campanas comiencen a sonar como cuenta atrás que da la salida. 520 dorsales más me rodean excitados, ansiosos la mayoría de ellos. Yo permanezco pensativo.Los brazos cruzados. A la cola del pelotón. Con mis propios pensamientos.
Desearía que el tiempo se alargara, que no dejaran de sonar campanadas. No tengo prisa ninguna por comenzar a correr. Sé que con el pistoletazo de salida comienza una aventura cargada de incertidumbre y sufrimiento para mi. Y dudo, dudo enormemente de si seré capaz de llevarla a buen puerto. Decido que para mi hoy no hay una carrera. Simplemente salgo a hacer el recorrido de la Zegama, como si fuera un largo paseo en solitario.
Estas últimas 96 horas han estado sembradas de esas dudas. Desde el último entrenamiento del miércoles donde los diez minutos finales fueron un "increscendo" de dolor, a la cojera dolorosa y evidente de la mañana siguiente donde no era capaz de bajar las escaleras de mi casa camino del trabajo. "¿Como voy a poder correr en Zegama así?, más aún, ¡conociendo como conozco lo que me espera!".
A partir de ese momento todo ha girado en torno a esa pierna, esos músculos, esos tendones dañados. Estiramientos, ibuprofeno, descanso, cremas, reflex, árnica, taping.... Todos los métodos, todos los productos conocidos o sugeridos para intentar que cada minuto que pasara cada vez fuera a mejor, por eso no tengo prisa. Hoy no. Mi mente ha ido al mismo tiempo preparándose para cada posible circunstancia, para cualquier desenlace, desde la épica gloriosa al desastre de una retirada precoz. 
He podido comprobar que he madurado como corredor. Las experiencias de estos años atrás, de la ultradistancia ahora surgen como un poderoso aliado (durante la carrera lo terminaría de certificar). Pensando y pensando es aquí en Zegama donde por fin alcanzo el descanso a las heridas de la G2H. Pensando y pensando, compruebo que siempre hay un mañana en el que se debe pensar. Que acerté de lleno con aquella retirada porque era lo que mi mente me pedía en aquellas circunstancias. Que hice lo que creí que debía hacer y que tuve mis motivos. Pensar en el mañana, en la proxima carrera, en la familia que te espera. El mundo no se acaba con ninguna carrera.
Y así en estas circunstancias cuando quiero darme cuenta me veo en marcha, trotando, dando la primera vuelta por las calles del pueblo. Escucho el grito de Lurdes entre el público que me ha distinguido en el pelotón, (gracias por el detalle de acercarte desde Segura para ese efímero instante) y enfilamos la primera y dura subida que nos aleje de la población.
Desde el inicio la molestia se hace patente. Desde los primeros metros en la calles, pero no voy a precipitarme y llegaré hasta donde pueda. Buscaré el límite. Pero seré inteligente y no lo sobrepasaré. En esta primera subida noto dos cosas, que voy bien de fuerzas y cuando la gente que me rodea anda yo puedo seguir trotando con mi zancada cortita. La segunda que parece que en subida la molestia es menor.
Alcanzo a Gonchu que se me ha adelantado unos metros. en estos primeros km irémos alternándonos en carrera durante varias ocasiones. Con el paso de los minutos compruebo que la molestia se queda en eso. Que alcanza un nivel y al menos se mantiene. Eso sí, en cada pendiente de bajada aumenta la carga y el dolor. Pero afortunadamente en este primer tramo es todo mayormente subida y falso llano.
Así juntos nos acercamos al primer momento glorioso, de repente a lo lejos se escucha un gentío gritar, una masa de gargantas, podría ser la meta de cualquier otra carrera, pero no, es Zegama y "sólo" es el paso de Otzaurte. Al rato cogemos una pista forestal que llanea, quiero poner ritmo pero no puedo. Gonchu y yo seguimos juntos hasta justo el comienzo de una nueva subida que abandona la pista. Es en ese momento que veo animando a un conocido, cuñado de un amigo de Beasain, y paro a saludarle. Apretón de manos, breve charleta, y arranco de nuevo hacia arriba en busca de Gonchu.
Comienza en este terreno una serie de toboganes. Mi táctica es clara. Controlar en todo momento la zancada de forma que la carga sea menor, adaptándola en función de la molestia, siempre zancada ultra, corta en subida, llano y bajada. En las bajadas es donde sufro más. Tengo que asegurar los apoyos y el barro no ayuda, así que los tramos más complicados los hago incluso andando. No quiero que un patinazo me obligue a realizar un gesto brusco que termine de rematarme la pierna.
Poco a poco avanzo camino del Aratz, primera cima de la carrera, a Gonchu no le he vuelto a ver. Pienso que mi ritmo lento y un buen día suyo le hace ir por delante. La subida la hago casi toda andando de nuevo. Veo que ando bien y que voy ganando puestos poco a poco, ya que el grueso de los corredores van por delante y yo me encuentro dentro de los que simplemente aspiran a terminar. Así me planto en el Aratz. 
Comienzo la bajada, sufriendo, sufriendo en cada apoyo que genera un pinchazo en la zona posterior de la pierna. Pero de momento se hace soportable. Bajo andando los tramos más empinados para que no vaya a más y en cuando el terreno pierde pendiente mejora la situación y puedo trotar. Me espera otro momento mágico: El paso por la Cueva y la llegada de Santo Espiritu. Paso delicado este con la humedad de la piedra lisa y enfilo al avituallamiento.
El gentío es impresionante como siempre, pero mucho menor para los que llegamos en la parte trasera del pelotón mucha gente ya ha enfilado hacia la meta para ver llegar a los primeros. Salgo con 15' de margen sobre el corte en el avituallamiento.Toda la subida al Aizkorri se hago prácticamente andando, voy regulando. Quiero llegar con fuerzas al final se que habrá mucho barro. Me cruzo con muchos aficionados que bajan de la cima, la estrechez del camino complica el paso de todos en algún momento y de repente de nuevo la maravillosa visión del Aizkorri.
No deberíais perderoslo nadie, subes por el bosque, por una sinuosa senda y de repente, llega un momento  que el paisaje se abre y distingues a lo lejos un peñasco calizo lleno de puntitos que se mueven. La piel se te eriza, sabes que allí estan esperandote, que te van a recibir como si fueras un coloso, lleves el tiempo que lleves, llegues como llegues, aquello es la hostia.
Encima, se atraviesan un par de pasos estrechos, bonitos, montañeros de verdad con la roca a un lado y el vacio al otro y enfilas los últimos metros de la subida. Escuchas tu nombre en muchas gargantas, escucho vítores propios de un gladiador y escucho la voz de mis amigos Txemi, Aldapa, Maite, Dioni e Ybes... y se me saltan las lágrimas en cada abrazo que recibo. Estoy allí, en el Aizkorri, primer objetivo logrado, donde me espera un brindis de sidra con mi amigo Aldapa, otro más. Pregunto a Dioni por Gonchu, pensando que ya ha pasado me dice que no es así y me deja descolocado. Luego me enteraría de que tuvo que ajustar la zapatilla justo cuando yo me pare a saludar a un conocido y al no darme cuenta sali delante y le perdi la pista.
Así, en esa nube de emociones, comiendo algo, sorbiendo mocos y enjugando lágrimas me recuedan que hay que seguir a por ello "¡Txapeldún!" me gritan. Y arranco en busca del Aitxuri y de Angela que se encuentra allí.
El cresterío y la bajada de Ostiagorri fue lo peor de la carrera. El momento más delicado. La necesidad de hacer fuerza, palanca para ascender algún tramo, la inestabilidad de los apoyos que tensa todos los músculos de la pierna y la brutal pendiente de bajada me hicieron sufrir de lo lindo, pero me sobrepuse, "lasai, oso ondo". Jamás pasé tan lento una zona rocosa, con el culo por delante en algunas bajadas, tirando de manos y brazos para protejer las piernas... pero llegué al Aitxuri, recibí los ánimos de Ángela (gracias por confiar en todo momento en mi) y bajé, pasito a pasito, procurando no caer, no tropezar, hacerme el menor daño posible, todo con un único objetivo: llegar al avituallamiento de Arbelar donde todo parecía más fácil, más cercano.
En este tramo coincido con un chaval de Orio. Me acoplo a su ritmo, el se va en cuanto el terreno pica para abajo pero en llano o subida sobre todo, voy mejor. Decido relajarme, voy suelto y charlamos. Me dice que acaba de hacer la Transvulcania en buen tiempo (13h. creo recordar) y que hoy tocaba Zegama. Atravesamos las campas que nos conducen a Urbía y me encuentro con mi amigo Felipe y toda su familia que desde Donosti han venido a verme apenas unos minutos. Hace años que nos nos vemos. Algo así merece la pena el esfuerzo y el reparto de besos. Me dicen: "en una hora en meta" ufff "más bien serán dos" y acerté.
Afronto la última subida a la cima del Andraiz, la gente esta tumbada en la hierba, reposando la comida, pero cada uno tiene una palabra de ánimo para tí. Algunos inclusos te insisten indicándote cual es el mejor paso para evitar algo de barro, algo de mayor pendiente. "Gracias, gracias, Eskerrik Asko... murmuro continuamente". Y llego, apenas a falta de unos metros un paisano me pide una sonrisa para hacerme una foto con una pared de piedra detrás, como el marco que ha usado para todos los participantes que han pasado por allí. ¿Como negarle la pose y por supuesto la sonrisa?.
Cima y bajada, última técnica, la conozco, voy con cuidado. Vuelvo a echarme reflex cuando veo a dos voluntarios situados estratégicamente, lo he usado casi en cada bajada desde el Aizkorri y me ha ido muy bien. Dejo atrás la zona de piedras entro en un reguero de barro. Imaginaros un cauce de metro y medio de ancho y kilómetros de largo, pues la bajada hasta Zegama fue como meterse en un rio de barro hasta los tobillos casi permanente. Al principio intentas discurrir por los bordes para evitar los tramos peores, pero los resbalones son mayores, patinas y compruebas que es mejor discurrir por el centro de semejante "rio" al menos el barro te subciona lo suficiente para no resbalar, claro, menos cuando la pendiente es más pronunciada jeje. Avituallamiento de Moano, saludo a viejos conocidos abastecedores de otras ocasiones. Ya queda poco. 
En este tramo coincido con Miguel "Burus", un conocido del foro del atleta. En estas ultimas horas nos hemos visto muchas veces, pero no nos habíamos presentado oficialmente. Es un tio grande. Hablamos de otros conocidos como Mayayo y de como nos ha ido a cada uno la carrera. Nuevamente en las bajadas se va un poquito pero va justo de fuerzas y en los llanos y repechines afloja. Incoscientemente decidimos hacer juntos lo que queda de carrera. El crono nos da igual a ambos y la compañía se aprecia depués de tantas horas.
Asi, sin casi darnos cuenta, comenzamos a escuchar la megafonía de meta. Subidón, me estoy emocionando ya y aún me queda. Dejamos la pista forestal. tomamos un tramo de asfalto donde sufro mucho en la bajada. Paso al lado de la casa donde he pasado las últimas dos noches "esto ya esta hecho Joséma". y dejando a un lado un parque enfilamos la última bajada que nos lleva al pueblo.
De repente ¡¡ya estamos!!, ¡¡Zegama!! una corta bajada y así de sopetón frente a nosotros la recta que vallada discurre detrás de la iglesia y nos lleva hacia la meta. Los hijos de Miguel le esperan. Yo me acuerdo de los mios. El gentío nos vitorea. Ya no duele nada, ahora voy ligero. Dan ganas de esprintar. Un torrente de sentimientos comienza a desatarse, giro a la derecha y de nuevo el Aizkorri. Por la mañana desafiante, ahora como rindiendo pleitesía a cada korrikalari. Aprieto los puños, cierro y abro los ojo, miro al cielo y al frente, a mi interior... soy yo, soy Joséma, soy Prisi, un tirillas y hoy un Titán.
PD. Tenía una responsibilidad muy grande. Mucha gente querría estar en mi lugar, tener la oportunidad de correr esta carrera. Zegama no se corre todos los días. No podía fallar a tanta gente pendiente de mi. A mi familia, a la que estaba robado unos días en plenas fiestas. A mis amigos los Locos que siempre están ahí. A mis amigos de Zegama que esperaban mi regreso con entusiasmo y se volcaron conmigo. A mi mismo, que no merecía un triste final para una cita tan emotiva.  Por eso cruce la meta y di rienda suelta a mis emociones, a mis lágrimas que sorprendieron a muchos brotando de un veterano. He corrido muchas carreras, de todas ellas, ha sido la carrera en solitario que más intensamente he vivido cada metro. No podía fallaros, no podía fallarme.
Gracias a todos por estar ahí. 



Fotos cortesía de la organización y de mi amigos Dioni y Felipe.



lunes, 13 de mayo de 2013

Test de realidad.

Ayer tarde realice uno de esos entrenamientos que te ponen en tu sitio, que te dan una idea exacta de cuales son tus fuerzas y tu capacidad deportiva real.
Me tocó hacerlo en solitario ya que me había sido imposible apuntarme a las salidas del resto de mis compañeros. Lo que añadido al calor de la tarde añadió un plus de dificultad.
Dejé el coche a la altura del hotel que hay un poco antes del embalse de Navalmedio y franqueando la puerta comencé el ascenso que paralelo al arroyo asciende hacia el puerto. Llegando a la pista me desvio a la derecha para justo a la altura de la cancela que la interrumpe ascender por el algunos llaman "carril del miedo" hacia el ventorrillo. Las primeras sensaciones son buenas pero quiero ser prudente y alterno siempre algunos pocos metros caminando cuando el terreno endurece para no cebarme demasiado. 
Una vez en el ventorrillo desciendo unos pocos metros por el arcen de la carretera hasta el apartadero que da entrada a la pista forestal que sube el Mirador de las Canchas. Continuo mezclando el trote con algunos metros caminando. Aún asi el ritmo es bueno (algo más de 6' km en este terreno de ascenso). En un rato me planto en el desvio hacia el camino Ortiz por el que continuo ahora en descenso pero sin lanzarme. Mi intención es llevar ritmo de maratón de montaña y dosificar bien las fuerzas.
De nuevo en la pista asciendo hacia la fuente de Mingo que paso de largo ya que mi primera parada de avituallamiento será un poco más arriba, en la fuente de la Campanilla. Recargo agua y tomo un puñado de pasas para no descuidar la alimentación. 
Arranco lo que será la parte más dura del trayecto. El comienzo es una delicia al pisar regueros de agua que bajan por el camino y me encuentro bien. No quiero trotar demasiado y subo caminando a buen ritmo. Estas sensaciones me acompañarán durante buena parte del recorrido de ascenso, pero no en su totalidad. Disfruto de unas vistas preciosas, con el verde y el agua precipitarse con fuerza hacia el valle. Al poco una joven cabra se interpone en mi camino, confiada en su agilidad para trepar rocas arriba. Poco a poco el camino serpentea, la pendiente aumenta, la altitud hace mella y las sensaciones dejan de ser tan positivas. Me refresco en un reguero y tomo otro puñado de pasas. Estos últimos metros son costosos y desecho mi idea inicial de atacar Maliciosa. Además sopla brisa fresca y me he dejado el chaleco en casa. Así que una vez llegado al collado del Piornal me dirijo directamente a Guarramillas. 
Me animo viendo que vuelvo a trotar a tramos en esta subida, atravieso algún nevero y alcanzo la "Bola del Mundo".
 
Inicialmente había pensado tomar el camino del Calvario como camino de vuelta, pero al desechar la subida a Bola decido bajar por la pista de hormigón escoltada de grandes talúdes de nieve hasta la curva que conduce al Collado de los Pastores y de ahí por la tubería. Nueva parada en las Cabrillas para beber y tomar un gel y a ritmo controlado alcanzo el mirador de las Canchas. 
La pendiente de bajada ayuda a que los kilómetros pasen rápidos, dejo atrás el cruce del Ortiz que hace un rato recorrí y alcanzo el desvío de otro estrecho sendero que algunos conocen como "el bambi" y que acaba en la M601. Nuevo descenso por el arcén de la carretera durante unos pocos metros hasta llegar al Ventorrillo. Comienzo a sentir el calor y el paso de los kilómetros y las pulsaciones van un poco altas. Me queda poco agua así que decido bajar por el árbol de la cadena, cruzo el arroyo (refrescandome los pies y las piernas con las salpicaduras por supuesto jejeje) y paro en la fuente que hay para beber y refrescarme.
Desde aquí ya no queda nada, voy bordeando el arroyo hasta alcanzar el embalse y de nuevo el coche.
Al final 25 km. en 3 horas con paradas y aunque me faltaron las fuerzas, el ánimo de superar las dificultades también cuenta.

lunes, 29 de abril de 2013

Lobo solitario.

Hace ya tiempo que no me dejo leer por aquí. Quizá demasiado. Es caso es que la participación más activa en el Blog del grupo, "Los Locos del Cerro" ha hecho que mis reflexiones hayan encontrado un distinto destino al habitual.
En cualquier caso un blog no es una obligación cuando careces de un seguimiento enorme. A fin de cuentas, ¿para quien escribes? ¿para los demás? ¿para tí mismo?. Es mi caso el intimista. Un rincón donde recordarme algunas cosas que me gustan o encontrarme al cabo de un tiempo.
Cerraba la anterior entrada haciendo una apuesta por una trilogía de retos por delante: Zegama, Maratón Alpino Madrileño y Maratón de Somiedo. Desde la percepción de que mi distancia límite en Trail es esta, la que alcanza las 7 horas.
Así que me encuentro en plena escervescencia de entrenamientos. Intentando alcanzar el punto justo de forma que te permita exigirte pero aún no alcanzar el límite de forma que no implique el declive o el pico de bajada.
Para eso, he redescubierto que soy mi mejor aliado. La soledad de mis entrenos no solo me hacen disfrutar, sino que me exprimen más que la mayoría de otros que afronto. Por defecto o exceso, es curioso que un ritmo demasiado relajado no siempre es sinónimo de frescura posterior y, del mismo modo un ritmo intenso en demasía no solo te desgasta físicamente sino que anímicamente crea dudas permanentes en tu interior.
Así que, mi propio ritmo, que normalmente es superior a lo que debería, al estilo prisillas, es el que me hace sentir ligero o pausado cuando toca. Porque es el mio, y cuerpo y mente se acompasan para animarse o consolarse según toque. Pero en equipo.
Disfruto enormemente de los amigos y los compañeros. Pero no puedo negar que en soledad encuentro los entrenamientos más plenos. La sensación de fuerza, la belleza del paisaje, el sonido del correr del agua, el olor a tierra mojada que trae una tormenta lejana... son más intensos en el silencio del bosque o en la  soledad de la pradera.
Esta va a ser mi apuesta de cara a estos próximos retos. Compartir salidas habituales con mis amigos pero dejar una base principal a mis entrenos propios y
específicos. Esos recorridos habituales que son valiosos test de mi estado físico. Esos circuitos exigentes que simplemente el hecho de finalizarlos en solitario son un subidón de confianza y autoestima.
Es el camino más seguro hacia lo que quiero. Es mi camino.

martes, 29 de enero de 2013

Trilogía 42K.

Ya están decididos los objetivos para este 2013. 
Después de mis escarceos y mis incursiones en el mundo ultratrail de los pasados años con distintos resultados en Beasain, Navacerrada y Segovia este año básicamente he decidido volver a mi prueba predilecta: el maratón de montaña.
Para ello he escogido tres pruebas en las que espero estar de una u otra forma:
- Maratón de Zegama-Aizkorri (mayo).
- Maratón Alpino Madrileño (junio).
- Maratón DesafíoSomiedo (septiembre).
Como corredor o como animador en cada caso, si las circunstancias no me son propicias. Porque sinceramente, subir los últimos metros hacia la cima del Aizkorri con un dorsal en el pecho son una experiencia inolvidable, pero vivirla cámara en mano y vitoreando a los valientes, por ejemplo, es realmente emocionante. Ambas opciones merecen la pena ser vividas.
Como eventos especiales, también haré la ruta anual (Cut) que preparamos Los Locos del Cerro y que este año nos ha de llevar por la Senda del Genaro en abril y es posible que acuda en julio con muchos compañeros a los Cavalls de Vent no competitivos de la mano de nuestro gran amigo Ppong.
Finalmente, me dejo en la recámara la opción de volver a Beasain en julio (a costa de Cavalls por desgracia), si el alma se me retuerce clamando vendetta por esa cuenta pendiente que tengo con la G2H desde hace un par de años.
No sé si es mucho o poco trajín. Dependerá de con quien se compare. En cualquier caso este año mis ambiciones van por el camino de la intensidad y no por el de la resistencia.
Ahora, sólo queda esperar que las fuerzas y la suerte me acompañen. Os contaré.

martes, 8 de enero de 2013

¡Roma Vincit!.

Y de entre la bruma llegan los nuevos días. El futuro, ilusiones, retos y desafíos. Tras el descanso calzarse  para retomar el camino y afrontar la próxima batalla.
No podemos rendirnos, la vida no te deja a poco que la mires. Te muestra. Se muestra. Te llama y te toma.
Así que no merece la pena resistirse. Es apasionante observarla.
Calzado, parapetado en su gastada coraza, el veterano legionario se pone de nuevo en marcha.
¡Roma Vincit!.