Muchas veces las ganas nos pueden. Esas en que el ansia de llegar donde nuestra mente nos situa supone un lastre para nuestro físico.
Hoy durante mi rodaje de la tarde, inusual de horario para un domingo, pero obligado por el viaje de esta mañana analizaba yo lo que han sido las sensaciones de estos últimos días. Llegando a la siguiente conclusión: ME PUEDEN LAS GANAS.
Creo que ese parón de este fin de verano, esos meses de ausencia, la lucha perdida en muchos momentos con el talón, ese regreso con tan malas sensaciones me condicionaban. Ahora que he recuperado la ilusión de correr y de además ir haciéndolo cada semana un poquito más rápido me pasa como a los iniciados. Quizá quiera ir demasiado rápido.
Porque me he dado cuenta de que vivo demasiado pendiente del ritmo. Entro en esa dinámica donde los kms van saltando y el objetivo se convierte en mantener X media. Una velocidad de crucero que no me permite relajarme.
Eso no es bueno. Debo regresar a los entrenamientos estructurados. Realizar la base de ellos mediante ritmos cómodos y suaves combinando con algún tramo rápido.
En estos momentos esos km lentos brillan por su ausencia, desde el comienzo entro en un ritmo alegre que impide que luego puede realizar minutos rápidos porque falta el repris suficiente debido al desgaste.
El antídoto lo conozco de hace tiempo. No es la primera en que me veo en esa dinámica de ritmos repetitivos e intensos que tanto desgastan. La buena compañía, el grupo que me permita arroparme en compañeros de ritmos más relajados a mis habituales. Como ya digo que pongan la base y permitan la frescura para los momentos de batalla.
Por lo demás, mi habitual desayuno Malacitano. Ese que un par de veces al año me toca realizar. Madrugón, trenecito desde Atocha, cafetito en Málaga y regreso al hogar.
Es una maravilla pensar que desde la 7:35 a.m. en que el tren se pone en marcha a las 13:40 en que vuelvo a pisar el mismo andén de Atocha haya tenido tiempo de tomar un cafelito en la estación de María Zambrano, ojear el periódico en un banco e incluso, pasear por sus cerradas tiendas en domingo y regresar.
Hoy durante mi rodaje de la tarde, inusual de horario para un domingo, pero obligado por el viaje de esta mañana analizaba yo lo que han sido las sensaciones de estos últimos días. Llegando a la siguiente conclusión: ME PUEDEN LAS GANAS.
Creo que ese parón de este fin de verano, esos meses de ausencia, la lucha perdida en muchos momentos con el talón, ese regreso con tan malas sensaciones me condicionaban. Ahora que he recuperado la ilusión de correr y de además ir haciéndolo cada semana un poquito más rápido me pasa como a los iniciados. Quizá quiera ir demasiado rápido.
Porque me he dado cuenta de que vivo demasiado pendiente del ritmo. Entro en esa dinámica donde los kms van saltando y el objetivo se convierte en mantener X media. Una velocidad de crucero que no me permite relajarme.
Eso no es bueno. Debo regresar a los entrenamientos estructurados. Realizar la base de ellos mediante ritmos cómodos y suaves combinando con algún tramo rápido.
En estos momentos esos km lentos brillan por su ausencia, desde el comienzo entro en un ritmo alegre que impide que luego puede realizar minutos rápidos porque falta el repris suficiente debido al desgaste.
El antídoto lo conozco de hace tiempo. No es la primera en que me veo en esa dinámica de ritmos repetitivos e intensos que tanto desgastan. La buena compañía, el grupo que me permita arroparme en compañeros de ritmos más relajados a mis habituales. Como ya digo que pongan la base y permitan la frescura para los momentos de batalla.
Por lo demás, mi habitual desayuno Malacitano. Ese que un par de veces al año me toca realizar. Madrugón, trenecito desde Atocha, cafetito en Málaga y regreso al hogar.
Es una maravilla pensar que desde la 7:35 a.m. en que el tren se pone en marcha a las 13:40 en que vuelvo a pisar el mismo andén de Atocha haya tenido tiempo de tomar un cafelito en la estación de María Zambrano, ojear el periódico en un banco e incluso, pasear por sus cerradas tiendas en domingo y regresar.
4 comentarios:
Lo que te lleva a cometer esos "errores de principiante", de los cuales tendría yo mucho que decir, es esa ilusión que no has perdido a pesar de todos los años que llevas pateando caminos. Yo creo que esto es más bueno que malo. Lo que no debe ser sano es ir a Málaga y volver en una mañana... cada vez entiendo más eso de "prisillas".
Muy probablemente cuando empecemos con el cerro, donde conseguir un ritmo constante es imposible, se te empiece a olvidar mirar el fore. A mí me ha pasado lo mismo después del parón por el catarro. Aunque el cuerpo me está respondiendo tengo un poco cargadas las patas... Si quieres hacer kilómetros lentos apúntate los lunes con javimurallas y compañía. Un saludo
¿No me digas que te vas hasta Málaga a tomar un café y te vuelves?
Esto me lo tienes que contar tranquilamente un dia mientras trotamos... y mientras hablas con todo lujo de detalles sobre este viaje tuyo a Málaga se te olvidará mirar tu reloj... e irás a mi ritmo... y acabarás a 5 min/km, en vez de a 4:20... y yo acabaré más entero que la última vez que fuimos juntos.
Un abrazo PRISI.
Pues eso digo yo, uno más. Vente más "despacio".
Un abrazo
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