miércoles, 12 de agosto de 2009

Destilando la Vida (breve reflexión).

En el alambique del tiempo ponemos cada uno de nuestros días.
Nuestras esperanzas, miedos, alegrías y frustraciones.
A la espera de que en el extremo final obtengamos un sentido a nuestra vida.
No otra cosa que una especie de licor para aquellos que dejemos.
Bien dulce, bien amargo, áspero o suave.
Una pequeña botella que administren en aquellos momentos en que, aunque no estemos, puedan sentirnos de algún modo presentes.
Algunos obtienen litros otros apenas un trago.
Prensemos bien los momentos de felicidad para impregnarlo de matices y ahondar en lo posible su sabor.
Un licor llamado recuerdo.

1 comentario:

fernan130 dijo...

Creo que sí; pervivimos mientras un pequeño y fugaz rayo de luz ilumine el recuerdo de alguien cercano. Esa es nuestra efímera existencia.
Sin embargo y a pesar de nuestra aterradora consciencia, somos capaces de disfrutar cada día de alguna pequeña alegría. Y cuanto más lenta y prolongada sea ésta, más seremos capaces de engañar a nuestro trágico e irreversible destino.
Disfrutemos pues de todo aquello que nos rodea y compartámoslo con aquellos que nos llevan en su memoria. Es una manera de multiplicar en el tiempo el ánimo y el alborozo.