Han bastado unos pocos días de sol, de buen tiempo, la mejoría de las temperaturas, un pequeño resquicio de primavera para que los ojos se vayan al monte.
Esas cimas todavía bien cargadas de nieve, los regueros de agua, el brote de las primeras hierbas , para sentir su llamada.
Revisar pasadas fotos de Zegama. Recordar caminos de Cangas. Avistar sendas en Guadarrama, para soñar, volar, correr.
No puedo evitar sentir, suspirar de añoranza visionando tantos senderos, arroyos, canchales, musgo, granito, atravesados. Donde el esfuerzo extremo en ocasiones siempre encontró el avituallamiento del entusiasmo ante lo que veía, sentía, pisaba.
Soy corredor, pero es en la naturaleza, en el campo, en el monte, donde encuentro mi verdadera esencia, el aliento para seguir mis zancadas en pos de alcanzar un nuevo valle, bosque o pradera que admirar y robar para mis mente y mi corazón.
Fotografiar sus colores, aspirar su esencia, almacenar su temperatura o humedad. Desnudar mi naturaleza sencilla para humildemente intentar encontrar un hueco en cada lugar.
Y entre todo ello descubrir un bosque particular y fabuloso de personas con fuertes y hondas raices en la tierra y en mi corazón.
Esas cimas todavía bien cargadas de nieve, los regueros de agua, el brote de las primeras hierbas , para sentir su llamada.
Revisar pasadas fotos de Zegama. Recordar caminos de Cangas. Avistar sendas en Guadarrama, para soñar, volar, correr.
No puedo evitar sentir, suspirar de añoranza visionando tantos senderos, arroyos, canchales, musgo, granito, atravesados. Donde el esfuerzo extremo en ocasiones siempre encontró el avituallamiento del entusiasmo ante lo que veía, sentía, pisaba.
Soy corredor, pero es en la naturaleza, en el campo, en el monte, donde encuentro mi verdadera esencia, el aliento para seguir mis zancadas en pos de alcanzar un nuevo valle, bosque o pradera que admirar y robar para mis mente y mi corazón.
Fotografiar sus colores, aspirar su esencia, almacenar su temperatura o humedad. Desnudar mi naturaleza sencilla para humildemente intentar encontrar un hueco en cada lugar.
Y entre todo ello descubrir un bosque particular y fabuloso de personas con fuertes y hondas raices en la tierra y en mi corazón.
3 comentarios:
Leyéndote dan ganas de abandonar el teclado y salir zumbando a la Sierra a buscar un rincón donde dejar pasar el tiempo.
Un abrazo.
¡Cuánta razón tienes!
Nos falta que avance el deshielo un poco más para poder disfrutar bien. Ayer subí a mi recorrido favorito, Barranca-Ortiz al estilo despacio, todavía hay mucho hielo y se corre mal, muchos árboles y ramas caídos. Ya queda menos.
Un abrazo
En efecto, nos conformamos con poco ante cualquier esfuerzo por fuerte que sea: ver algún rincón recóndito pero agradable, un pequeño arroyo perdido en lo más alto de la sierra con sus singulares curvas y saltos de agua, algún árbol retorcido por los vientos y la dureza del terreno cercano a las cumbres,… Lo nuevo nos atrae como un potente imán y nos compensa de todo afán. Si además, como señalas al final, lo podemos compartir con los demás recibimos doble satisfacción porque las vivencias se rememoran de nuevo.
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