domingo, 2 de junio de 2013

La fuerza del corazón (Zegama 2013).

Son poco menos de las nueve de la mañana en la plaza de Zegama. Suena la melodía del Aurresku que la organización dedica a los participantes. Queda apenas nada para que las campanas comiencen a sonar como cuenta atrás que da la salida. 520 dorsales más me rodean excitados, ansiosos la mayoría de ellos. Yo permanezco pensativo.Los brazos cruzados. A la cola del pelotón. Con mis propios pensamientos.
Desearía que el tiempo se alargara, que no dejaran de sonar campanadas. No tengo prisa ninguna por comenzar a correr. Sé que con el pistoletazo de salida comienza una aventura cargada de incertidumbre y sufrimiento para mi. Y dudo, dudo enormemente de si seré capaz de llevarla a buen puerto. Decido que para mi hoy no hay una carrera. Simplemente salgo a hacer el recorrido de la Zegama, como si fuera un largo paseo en solitario.
Estas últimas 96 horas han estado sembradas de esas dudas. Desde el último entrenamiento del miércoles donde los diez minutos finales fueron un "increscendo" de dolor, a la cojera dolorosa y evidente de la mañana siguiente donde no era capaz de bajar las escaleras de mi casa camino del trabajo. "¿Como voy a poder correr en Zegama así?, más aún, ¡conociendo como conozco lo que me espera!".
A partir de ese momento todo ha girado en torno a esa pierna, esos músculos, esos tendones dañados. Estiramientos, ibuprofeno, descanso, cremas, reflex, árnica, taping.... Todos los métodos, todos los productos conocidos o sugeridos para intentar que cada minuto que pasara cada vez fuera a mejor, por eso no tengo prisa. Hoy no. Mi mente ha ido al mismo tiempo preparándose para cada posible circunstancia, para cualquier desenlace, desde la épica gloriosa al desastre de una retirada precoz. 
He podido comprobar que he madurado como corredor. Las experiencias de estos años atrás, de la ultradistancia ahora surgen como un poderoso aliado (durante la carrera lo terminaría de certificar). Pensando y pensando es aquí en Zegama donde por fin alcanzo el descanso a las heridas de la G2H. Pensando y pensando, compruebo que siempre hay un mañana en el que se debe pensar. Que acerté de lleno con aquella retirada porque era lo que mi mente me pedía en aquellas circunstancias. Que hice lo que creí que debía hacer y que tuve mis motivos. Pensar en el mañana, en la proxima carrera, en la familia que te espera. El mundo no se acaba con ninguna carrera.
Y así en estas circunstancias cuando quiero darme cuenta me veo en marcha, trotando, dando la primera vuelta por las calles del pueblo. Escucho el grito de Lurdes entre el público que me ha distinguido en el pelotón, (gracias por el detalle de acercarte desde Segura para ese efímero instante) y enfilamos la primera y dura subida que nos aleje de la población.
Desde el inicio la molestia se hace patente. Desde los primeros metros en la calles, pero no voy a precipitarme y llegaré hasta donde pueda. Buscaré el límite. Pero seré inteligente y no lo sobrepasaré. En esta primera subida noto dos cosas, que voy bien de fuerzas y cuando la gente que me rodea anda yo puedo seguir trotando con mi zancada cortita. La segunda que parece que en subida la molestia es menor.
Alcanzo a Gonchu que se me ha adelantado unos metros. en estos primeros km irémos alternándonos en carrera durante varias ocasiones. Con el paso de los minutos compruebo que la molestia se queda en eso. Que alcanza un nivel y al menos se mantiene. Eso sí, en cada pendiente de bajada aumenta la carga y el dolor. Pero afortunadamente en este primer tramo es todo mayormente subida y falso llano.
Así juntos nos acercamos al primer momento glorioso, de repente a lo lejos se escucha un gentío gritar, una masa de gargantas, podría ser la meta de cualquier otra carrera, pero no, es Zegama y "sólo" es el paso de Otzaurte. Al rato cogemos una pista forestal que llanea, quiero poner ritmo pero no puedo. Gonchu y yo seguimos juntos hasta justo el comienzo de una nueva subida que abandona la pista. Es en ese momento que veo animando a un conocido, cuñado de un amigo de Beasain, y paro a saludarle. Apretón de manos, breve charleta, y arranco de nuevo hacia arriba en busca de Gonchu.
Comienza en este terreno una serie de toboganes. Mi táctica es clara. Controlar en todo momento la zancada de forma que la carga sea menor, adaptándola en función de la molestia, siempre zancada ultra, corta en subida, llano y bajada. En las bajadas es donde sufro más. Tengo que asegurar los apoyos y el barro no ayuda, así que los tramos más complicados los hago incluso andando. No quiero que un patinazo me obligue a realizar un gesto brusco que termine de rematarme la pierna.
Poco a poco avanzo camino del Aratz, primera cima de la carrera, a Gonchu no le he vuelto a ver. Pienso que mi ritmo lento y un buen día suyo le hace ir por delante. La subida la hago casi toda andando de nuevo. Veo que ando bien y que voy ganando puestos poco a poco, ya que el grueso de los corredores van por delante y yo me encuentro dentro de los que simplemente aspiran a terminar. Así me planto en el Aratz. 
Comienzo la bajada, sufriendo, sufriendo en cada apoyo que genera un pinchazo en la zona posterior de la pierna. Pero de momento se hace soportable. Bajo andando los tramos más empinados para que no vaya a más y en cuando el terreno pierde pendiente mejora la situación y puedo trotar. Me espera otro momento mágico: El paso por la Cueva y la llegada de Santo Espiritu. Paso delicado este con la humedad de la piedra lisa y enfilo al avituallamiento.
El gentío es impresionante como siempre, pero mucho menor para los que llegamos en la parte trasera del pelotón mucha gente ya ha enfilado hacia la meta para ver llegar a los primeros. Salgo con 15' de margen sobre el corte en el avituallamiento.Toda la subida al Aizkorri se hago prácticamente andando, voy regulando. Quiero llegar con fuerzas al final se que habrá mucho barro. Me cruzo con muchos aficionados que bajan de la cima, la estrechez del camino complica el paso de todos en algún momento y de repente de nuevo la maravillosa visión del Aizkorri.
No deberíais perderoslo nadie, subes por el bosque, por una sinuosa senda y de repente, llega un momento  que el paisaje se abre y distingues a lo lejos un peñasco calizo lleno de puntitos que se mueven. La piel se te eriza, sabes que allí estan esperandote, que te van a recibir como si fueras un coloso, lleves el tiempo que lleves, llegues como llegues, aquello es la hostia.
Encima, se atraviesan un par de pasos estrechos, bonitos, montañeros de verdad con la roca a un lado y el vacio al otro y enfilas los últimos metros de la subida. Escuchas tu nombre en muchas gargantas, escucho vítores propios de un gladiador y escucho la voz de mis amigos Txemi, Aldapa, Maite, Dioni e Ybes... y se me saltan las lágrimas en cada abrazo que recibo. Estoy allí, en el Aizkorri, primer objetivo logrado, donde me espera un brindis de sidra con mi amigo Aldapa, otro más. Pregunto a Dioni por Gonchu, pensando que ya ha pasado me dice que no es así y me deja descolocado. Luego me enteraría de que tuvo que ajustar la zapatilla justo cuando yo me pare a saludar a un conocido y al no darme cuenta sali delante y le perdi la pista.
Así, en esa nube de emociones, comiendo algo, sorbiendo mocos y enjugando lágrimas me recuedan que hay que seguir a por ello "¡Txapeldún!" me gritan. Y arranco en busca del Aitxuri y de Angela que se encuentra allí.
El cresterío y la bajada de Ostiagorri fue lo peor de la carrera. El momento más delicado. La necesidad de hacer fuerza, palanca para ascender algún tramo, la inestabilidad de los apoyos que tensa todos los músculos de la pierna y la brutal pendiente de bajada me hicieron sufrir de lo lindo, pero me sobrepuse, "lasai, oso ondo". Jamás pasé tan lento una zona rocosa, con el culo por delante en algunas bajadas, tirando de manos y brazos para protejer las piernas... pero llegué al Aitxuri, recibí los ánimos de Ángela (gracias por confiar en todo momento en mi) y bajé, pasito a pasito, procurando no caer, no tropezar, hacerme el menor daño posible, todo con un único objetivo: llegar al avituallamiento de Arbelar donde todo parecía más fácil, más cercano.
En este tramo coincido con un chaval de Orio. Me acoplo a su ritmo, el se va en cuanto el terreno pica para abajo pero en llano o subida sobre todo, voy mejor. Decido relajarme, voy suelto y charlamos. Me dice que acaba de hacer la Transvulcania en buen tiempo (13h. creo recordar) y que hoy tocaba Zegama. Atravesamos las campas que nos conducen a Urbía y me encuentro con mi amigo Felipe y toda su familia que desde Donosti han venido a verme apenas unos minutos. Hace años que nos nos vemos. Algo así merece la pena el esfuerzo y el reparto de besos. Me dicen: "en una hora en meta" ufff "más bien serán dos" y acerté.
Afronto la última subida a la cima del Andraiz, la gente esta tumbada en la hierba, reposando la comida, pero cada uno tiene una palabra de ánimo para tí. Algunos inclusos te insisten indicándote cual es el mejor paso para evitar algo de barro, algo de mayor pendiente. "Gracias, gracias, Eskerrik Asko... murmuro continuamente". Y llego, apenas a falta de unos metros un paisano me pide una sonrisa para hacerme una foto con una pared de piedra detrás, como el marco que ha usado para todos los participantes que han pasado por allí. ¿Como negarle la pose y por supuesto la sonrisa?.
Cima y bajada, última técnica, la conozco, voy con cuidado. Vuelvo a echarme reflex cuando veo a dos voluntarios situados estratégicamente, lo he usado casi en cada bajada desde el Aizkorri y me ha ido muy bien. Dejo atrás la zona de piedras entro en un reguero de barro. Imaginaros un cauce de metro y medio de ancho y kilómetros de largo, pues la bajada hasta Zegama fue como meterse en un rio de barro hasta los tobillos casi permanente. Al principio intentas discurrir por los bordes para evitar los tramos peores, pero los resbalones son mayores, patinas y compruebas que es mejor discurrir por el centro de semejante "rio" al menos el barro te subciona lo suficiente para no resbalar, claro, menos cuando la pendiente es más pronunciada jeje. Avituallamiento de Moano, saludo a viejos conocidos abastecedores de otras ocasiones. Ya queda poco. 
En este tramo coincido con Miguel "Burus", un conocido del foro del atleta. En estas ultimas horas nos hemos visto muchas veces, pero no nos habíamos presentado oficialmente. Es un tio grande. Hablamos de otros conocidos como Mayayo y de como nos ha ido a cada uno la carrera. Nuevamente en las bajadas se va un poquito pero va justo de fuerzas y en los llanos y repechines afloja. Incoscientemente decidimos hacer juntos lo que queda de carrera. El crono nos da igual a ambos y la compañía se aprecia depués de tantas horas.
Asi, sin casi darnos cuenta, comenzamos a escuchar la megafonía de meta. Subidón, me estoy emocionando ya y aún me queda. Dejamos la pista forestal. tomamos un tramo de asfalto donde sufro mucho en la bajada. Paso al lado de la casa donde he pasado las últimas dos noches "esto ya esta hecho Joséma". y dejando a un lado un parque enfilamos la última bajada que nos lleva al pueblo.
De repente ¡¡ya estamos!!, ¡¡Zegama!! una corta bajada y así de sopetón frente a nosotros la recta que vallada discurre detrás de la iglesia y nos lleva hacia la meta. Los hijos de Miguel le esperan. Yo me acuerdo de los mios. El gentío nos vitorea. Ya no duele nada, ahora voy ligero. Dan ganas de esprintar. Un torrente de sentimientos comienza a desatarse, giro a la derecha y de nuevo el Aizkorri. Por la mañana desafiante, ahora como rindiendo pleitesía a cada korrikalari. Aprieto los puños, cierro y abro los ojo, miro al cielo y al frente, a mi interior... soy yo, soy Joséma, soy Prisi, un tirillas y hoy un Titán.
PD. Tenía una responsibilidad muy grande. Mucha gente querría estar en mi lugar, tener la oportunidad de correr esta carrera. Zegama no se corre todos los días. No podía fallar a tanta gente pendiente de mi. A mi familia, a la que estaba robado unos días en plenas fiestas. A mis amigos los Locos que siempre están ahí. A mis amigos de Zegama que esperaban mi regreso con entusiasmo y se volcaron conmigo. A mi mismo, que no merecía un triste final para una cita tan emotiva.  Por eso cruce la meta y di rienda suelta a mis emociones, a mis lágrimas que sorprendieron a muchos brotando de un veterano. He corrido muchas carreras, de todas ellas, ha sido la carrera en solitario que más intensamente he vivido cada metro. No podía fallaros, no podía fallarme.
Gracias a todos por estar ahí. 



Fotos cortesía de la organización y de mi amigos Dioni y Felipe.



10 comentarios:

Halfon dijo...

Txapeldun Josema, efectivamente eres un titán, como deportista y como persona.

Esta vez jugabas con todo en contra y aún así has sabido gestionar el dolor y al final han salido las lágrimas que solo pueden brotar de los ojos de un veterano ya que son las de aquél que realmente sabe a lo que se ha enfrentado.

Un fuerte abrazo compañero

Unknown dijo...

Enhorabuena!
Emocionante relato, gracias por compartir tantas emociones vividas.
Ahora disfruta de lo vivido.

Gonzalo (gonchu) dijo...

Creo prisi que si has estado a la altura de esta gran carrera y me siento afortunado de haber compartido algunos kms contigo. Desde que me dijistes que ibas a hacer la carrera en solitario te segui detras sin perderte de vista, pero hubo una vez que el barro hizo que se me quedara incrustada una zapatilla y perdi tiempo recuperandola. Ya sabes que me alegró enormemente verte en meta porque sabía que tu ya habias llegado :-)
Zonoriak Prisi!

Anónimo dijo...

¡Bravo!

Hugo dijo...

de mayor quiero ser como tu Prisi.

mayayo dijo...

Bravo Prisi! Un lujo poder debutar en Zegama y compartir la aventura en meta con veteramos como tu y Ppong. Ahora, ya sé porq todos los que han estado allí, sueñan con volver a pasar jadeando por la cima del Aizkorri. Como tu dices, si tienes la oportunidad, es una responsabilidad que no se ha de dejar pasar. Enhorabuena!!

Unknown dijo...

Fantástica y emocionante crónica.
Enhorabuena!
un saludo desde Valencia

Prisillas dijo...

Halfon, tienes razón en que esas lágrimas tenían precisamente el sabor de la experiencia. Gracias
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mrbsports. Gracias. Desde luego que lo vivido me acompañará mucho tiempo. Una de esas historias que si el destino quiere contaré a mis nietos.
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Gonchu, lo tuyo fue espectacular. Esa fuerza de voluntad que tienes te llevará lejos. Cuida tu cuerpo.
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Ppong, gracias por todo amigo.
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Hugo gracias,aprende cada día de todo, especialmente de ti mismo, con eso de mayor serás único.
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Sergio, Zegama es Zegama y has podido comprobar por ti mismo que la atmosfera de respeto-admiración entre korrikalari y público alcanza en esta carrera una simbiosis perfecta. Es lo que la hace tan especial. El entorno acompaña, pero el factor humano es lo que sobresale.
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Quique, me alegra mucho que te haya gustado. Escrita con el corazón es más fácil llegar a la gente.

fernan130 dijo...

¡Qué duro es llegar al momento más deseado y ver como todo se va cayendo como un castillo de naipes¡ En un abrir y cerrar de ojos vemos como todos nuestros esfuerzos corren el peligro de quedar en el olvido más absoluto.Sólo la intensa rabia que acude como un desagradable invitado mitiga un poco el inmenso dolor que nos rodea. Y la cólera y la desesperanza siempre son malas compañeras.
Hay que tener mucha fuerza de voluntad para presentarse entonces en la salida con todo casi perdido para demostrarle a todos y a uno mismo que hay días que toca abandonar pero los hay en que nada ni nadie puede quitarnos ni la ilusión ni la confianza. Porque a pesar del dolor, de las dudas, del coraje y la exasperación, queremos demostrar a un montón de gente y en un marco casi mítico que ese día de felicidad era ya nuestro antes de empezar, que nada ni nadie tenía el derecho de arrebatárnoslo, desposeyéndonos de un triunfo mil veces soñado.
Bien hecho. Cabeza fría y alma grande.

Jorge dijo...

GRANDE AMIGO, MUY GRANDE