lunes, 27 de agosto de 2012

Sensaciones.

Son más de las 12,30 de la noche. Después de ya 28 km, estoy de regreso a casa acompañado por un grupo de buenos amigos. Vamos por una senda que discurre paralela a la M-601 de Becerril a Collado Mediano. Después de una par de km de senda giramos a la izquierda y toca un tramo de subida. Mis piernas responden ágiles a la solicitud de trote. Fácilmente alcanzo a mi amigo Fernando y nos destacamos. Poco más delante nos agrupamos y jugamos un rato con los destellos de luz que proyectan nuestros frontales. Reanudamos la marcha y apago mi frontal. Voy en cabeza, a oscuras, disfrutando del silencio, de la oscuridad, de mi respiración y de mis pensamientos.
Y me imagino de nuevo subiendo de Santo Espíritu hacia la gloria del Aizkorri. Y me veo de nuevo sentado en una carpa en Etxegárate, avituallando, pero esta vez con la convición de continuar y finalizar lo que dejé pendiente un par de años atrás. Me veo recobrando sentidos, cicatrizando heridas. Me reafirmo en mis futuras intenciones. Y me siento fenómeno, capaz y convencido. La noche me envuelve, la oscuridad del camino no me preopupa, mis pasos son sólidos.
En breve afrontare una distancia que no es la mia en unas condiciones climáticas que no me favorecen. Pero en este momento lo positivo prima.
Han pasado apenas unos días. Ahora simplemente intento no descolgarme del grupo que forman mis compañeros de entreno. Voy cerrando el grupo, no me importa. Quiero forjar el ánimo para no claudicar. Rindo en condiciones favorables pero penalizo cuando el cuerpo no cumple mis expectativas. Si quiero cumplir como ultrero tengo que poner remedio a este problema.
Mis pensamientos no son nada positivos. Cansancio, falta de sueño, problemas... lastran mis zancadas, pero consigo que no cejen. Soy consciente de la situación y estoy dispuesto a afrontarla. Mis pasos no se detienen, aunque sean torpes o lentos, aunque no sean los que yo quisiera. También así se llega.
En pocos días afrontaré una distancia que no es la mia, en unas condiciones que no serán las más favorables. Pero aún en lo negativo no me detengo.
Hay días que me maravillo de que todavía, aún después de tantos años trotando por esos caminos, conserve la ilusión por pisar nuevos o viejos trechos. Por intentarlo una vez más. Como la vez primera.
Hay días que me digo que ya está bien, que pasó mi momento y que toca dejarse llevar. Que es la hora del enfriamiento tras el entrenamiento. Bajar pulsaciones y reposar.
Mientras tanto, pasan unos y otros días. Y mientras mis piernas consigan llevarme donde proponga siempre quedará la posibilidad de que me lleven donde sueñe. Mientras queden sueños.