Ayer fue un mal día.
Después de una semana en que la única actividad fue caminar durante una hora un par de días decidí probar que tal esa rodilla derecha que me está dando la lata.
Y no fue nada bien. Desde el principio sentí molestias, por momentos dolor y definitivamente un halo de pesimismo ante el futuro a corto plazo.
Pero esta mañana es aún peor. Me cuesta flexionarla. Bajar las escaleras es una tortura, igual que agacharme o bajarme del coche sobre su apoyo.
Hace años sufri un quiste de Baker en esta misma rodilla. En el hueco plopíteo que es exactamente donde me duele ahora.
Pero más me duele el alma. Ser consciente que no me queda más que resignarme a parar una temporada. Olvidarme de hacer aquello que más me gusta. Aquello que me aporta paz interior, autoestima, fuerza física y mental, libertad, escape a las frustraciones, un rato para pensar, enormes amistades....
Será dificil para alguien como yo que lleva tantos años enganchado a esto. Pero no será la primera ni la última así que, como otras cuantas veces, no queda sino confiar que con descanso y cuidados igual que vino se vaya y, pueda estar de regreso algún día.
Luego tocará sufrir la inactividad y será otro tipo de frustración, pero esa será ya otra historia.